Política de inmigración, ya

La Vanguardia, 23-08-2006

GONZALO RIVAS Barcelona
Trabajo en la Zona Franca y vi a un grupo de inmigrantes subsaharianos recién llegados de Canarias, fruto de la política de redistribución territorial de inmigrantes. Deambulaban perdidos con un bocadillo en la mano. El mensaje que esta pobre gente hace expandir por África es bien claro: llega a Canarias y podrás viajar en clase turista a los mejores destinos de España, es el efecto llamada.

Apenas puedo creerlo: el Gobierno está desperdigando el problema en lugar de tomar resoluciones más determinantes. ¿Es que no vemos lo que pasa en países como Francia? Sarkozy va a tener que deportar a 25.000 familias asentadas en Francia, porque la situación en el país vecino es insostenible. Aquí parece que vivimos en los mundos de Yupi, en vez de una política preventiva, seguimos una política de parche y remiendo. Hemos oído que van a poner satélites, patrulleras portuguesas, incluso aviones finlandeses, pero no vemos que cambie nada.

Lo que hay que hacer en vez de tanta demagogia e hipocresía es establecer una política de repatriación sin contemplaciones y regular los caudales de inmigración de forma controlada. Canarias es sólo la punta del iceberg, la frontera con Francia y los aeropuertos son los mayores coladeros, los agentes aduaneros ya se resignan ante la falta de medidas legales de gestión de la inmigración.

Por favor, no me tachen de xenófobo, nada más lejos de la realidad, pero si miramos a la calle vemos las consecuencias: incremento de gente sin hogar, mafias de realquiler de pisos y de falsificación de documentos, gente que pasa el día en los parques porque en sus pisos viven por turnos, economía sumergida, venta ambulante ilegal, aumento de la delincuencia, prostitución, formación de guetos en barrios de muy difícil disolución y, por supuesto, abusos en los precios de la vivienda.

Lo vemos todos, pero hay cosas más importantes, como redefinir los estatutos de autonomía o lanzarse piedras los unos a los otros. Vemos todo esto, vemos lo que pasa en Francia, pero aquí no pasa nada.

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