THE INDEPENDENT – Londres, 22/ VIII/ 2006
Un desagradable incidente ocurrió la pasada semana. En un vuelo de Málaga a Manchester, dos hombres fueron señalados con un trato humillante únicamente por su apariencia. Seis pasajeros renunciaron a embarcarse en el avión cuando vieron a esta pareja entrar en la cabina. Después de que las preocupaciones de los pasajeros a bordo fueron puestas en conocimiento de los pilotos, la Guardia Civil se los llevó.

¿De qué eran culpables? Un pasajero “pensó” que eran árabes. Llevaban trajes de abrigo mientras la mayoría iba en camiseta. Eran también jóvenes asiáticos. Parece ser que esta combinación es suficiente para echar a alguien de un avión, porque no había evidencias de que fueran terroristas. Pasaron todos los controles de seguridad, y al día siguiente volaron sin incidentes.

Esos sucesos han seguido la ley del acoso. En vez de defenderlos de los miedos irracionales de los pasajeros, la tripulación cedió. Y éste no es un incidente aislado.

Un denso clima de sospecha hacia los asiáticos, especialmente en medios de transporte, es consencuencia de los atentados de Londres y Madrid, sin mencionar el 11 de septiembre en Nueva York. Pero la respuesta de las autoridades debería ser intentar contener esas sospechas, más que echar leña al fuego como parece ocurrir. Si sucumbimos a la tentación de estereotipar y acosar, sólo daremos alos fanáticos una nueva victoria propagandística. No debemos dar credibilidad a la idea de que no es el terrorista nuestro objetivo, sino el musulmán en general. A largo plazo no hay nada que pudiera ponernos en un riesgo mayor.