Onamane vive desde el viernes por la noche, cuando llegó a Barcelona, en una pensión de una de las callejuelas adyacentes a la céntrica plaza de Sant Jaume. Lleva ropa limpia y tiene buen aspecto. “La Cruz Roja me ha conseguido la pensión y todo lo que llevo puesto”, explica. Pero sus ojos han adquirido una tonalidad entre rojiza y amarillenta, evidencia del cansancio.

Hace más de un mes que este senegalés dejó su país para mejorar su futuro. El pasado 10 de julio se embarcó en “una piragua” que tardó nueve días en alcanzar costas canarias. Hasta que el viernes fue trasladado a Barcelona.

Onamane tiene 20 años y ha dejado en Senegal a una mujer y un hijo de un año a los que mantener. Era pescador, “pero en el mar cada vez había menos peces”, explica. Afronta su llegada a España esperanzado: “En cuanto reúna dinero volveré”. La Cruz Roja trata de localizar a algunos de sus familiares que llegaron a España en distintos cayucos.