Los tiempos de las declaraciones agitadas y radicales de la extrema derecha han quedado atrás. Este lunes, el nuevo presidente del partido Reagrupamiento Nacional (RN), Jordan Bardella, presentó públicamente su plan de gobierno valiéndose de una palabra clave: moderación. Y lo hizo con su peinado impecable de siempre, usando un tono de voz sin estridencias pero firme. Lo suficiente para prometer que pondrá orden en las escuelas, en la justicia, en el sistema de inmigración y en la seguridad del país. Hasta ahora, Bardella había puesto el foco en el poder adquisitivo –el mayor dolor de cabeza de los franceses– logrando reagrupar con éxito un malestar nacional. Pero este lunes decidió volver un poco a las raíces de su partido y endurecer el discurso.

En el espinoso tema de la inmigración, Bardella promete abiertamente eliminar el llamado «derecho de suelo», que permite a los niños nacidos en Francia reclamar la nacionalidad francesa una vez cumplidos los 18 años. Pero también se prepara para derogar todas la leyes que pudieran impedir la expulsión de los extranjeros en situación irregular, limitando las solicitudes de asilo a las embajadas y consulados o endureciendo las condiciones de reagrupación familiar. Pide también el regreso del «delito de residencia ilegal». Lo que Bardella olvida, quizás, es que para lograr estas medidas tendría que pasar por encima de los acuerdos firmados con la Unión Europea o incluso la convención de Ginebra.