ACOGIDA

La historia de superación de Simbara y Talibe: del cayuco a hacer prácticas en Ikea

El Ministerio de Inclusión firma un convenio con la tienda de muebles para facilitar el acceso al empleo de los refugiados

El Mundo, ANA DEL BARRIOMadrid Madrid, 11-06-2024

Nadie diría que llevan sólo seis meses en España. Nadie diría que estos estudiantes de Literatura tuvieron que abandonar su país y montarse en un cayuco para salvar su pellejo. Nadie diría que, tras sus caras sonrientes, dejaron atrás un mar de sufrimiento.

Simbara y Talibe, Talibe y Simbara, son esos milagros que suceden de vez en cuando y que le reconcilian a uno con el sueño europeo. La historia de estos dos refugiados es un ejemplo de cómo, a veces, el sistema funciona y las Administraciones Públicas se ponen de acuerdo con las empresas privadas para buscar soluciones a los problemas reales.

Procedentes de Mali, Simbara y Talibe llegaron en cayuco a Gran Canaria el pasado mes de enero, huyendo de la guerra que azota su país. Del archipiélago canario, estos solicitantes de asilo político dieron el salto al centro de acogida del cuartel General Arteaga en el distrito de Carabanchel, donde duermen junto con otros 1.400 solicitantes de asilo.

A diferencia de lo que sucede con las personas que emigran por motivos económicos, el Gobierno central está obligado a ocuparse del alojamiento y de la manutención de las personas que huyen de sus países porque su vida corre peligro, hasta que se resuelve su solicitud de asilo, como es el caso de Simbara y Talibe.

En el centro de acogida de Carabanchel reciben asesoramiento legal, atención psicológica y cursos de español. Las clases han dado sus frutos porque los dos refugiados hablan en español con fluidez y se desenvuelven perfectamente en el idioma. Simbara habla además francés, inglés y bambara, la lengua de su país de origen.

CURSOS DE LOGÍSTICA
Después de aprender español, han recibido un curso de logística en Mercamadrid, donde han aprendido a hacer inventarios y a conducir las carretillas para el reparto. Y, ayer mismo, comenzaron su primer día de prácticas en el Ikea de San Sebastián de los Reyes.

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«La gente tiene que entender que venimos en busca de una vida mejor y estamos dispuestos a trabajar duro y a ser parte de esta comunidad para construir un futuro mejor juntos», explica Simbara, de 26 años.

Estos dos malienses son las caras visibles del convenio de colaboración que firmaron ayer la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, y el director general de Ikea España, Nurettin Acar, con el fin de facilitar el acceso de los refugiados a un empleo.

La ministra y el CEO de Ikea, en el Ministerio de Inclusión.
La ministra y el CEO de Ikea.BERNARDO DÍAZ
El programa tiene varias patas y una de ellas es un proyecto piloto para 150 refugiados de los centros de acogida, a los que se les dará un curso intensivo de español durante 12 semanas. Una vez adquirido el nivel deseable de español, los refugiados podrán participar en otro curso específico de logística, con el que accederán a la bolsa de empleo de Ikea.

El convenio también incluye la puesta en marcha de otro curso de almacenaje dirigido a las personas solicitantes de asilo, con prácticas en estas tiendas de muebles para favorecer su incorporación a la plantilla.

En los últimos tres años Ikea ha dado formación a 350 personas en España y, actualmente, 80 refugiados trabajan en sus sedes. Durante el año pasado, 120 solicitantes de asilo hicieron prácticas en la compañía y se contrató a 52 de ellos, en su mayoría procedentes de Venezuela, Ucrania y Colombia, las nacionalidades más numerosas. Además, la inversión en formación de la compañía se va a duplicar en 2024 al pasar de los 122.000 euros a los 230.000.

EL CEO DE IKEA, UN KURDO NÓMADA
El CEO de Ikea, Nurettin Acar, sabe bien de lo que habla porque él mismo lo vivió en sus carnes. De hecho, ni siquiera sabe su edad. Nació en una tribu kurda nómada y su familia vivía en tiendas itinerantes sin saber leer y escribir.

Cuando él vino al mundo nadie apuntó ni recordó la fecha de su nacimiento, aunque por las edades de sus hermanos calcula que tiene unos 50 años. Sin dinero y con apenas 300 alfombras, puso en marcha, junto a su padre, un negocio de venta de alfombras en Antalya, Turquía.

Y, desde allí, se fue a Suiza y se incorporó como vendedor de alfombras en un gran supermercado local hasta escalar a su equipo de dirección. Comenzó entonces a construir su estilo de liderazgo, que le ha aupado a la cúpula de Ikea España.

Acar sabe de sobra lo que es sentirse extranjero en un país y lo difícil que es empezar de cero. Por eso, da dos recomendaciones a los refugiados que llegan a un mundo totalmente distinto al suyo: «Cuando yo llegué de Turquía a Suiza no hablaba la lengua. Conocer el idioma es la clave para sentirte en casa. La sociedad te hace parecer estúpido si no hablas el idioma. Así fue como yo me sentía. Te presentas a muchos puestos de trabajo, pero no te cogen por la lengua», asegura Acar a GRAN MADRID.

Y su segundo consejo para los solicitantes de asilo es que abracen lo nuevo y que no estén todo el rato echando de menos lo antiguo para poder adaptarse a la sociedad de acogida, una tarea que no es nada fácil. Por eso, el CEO de Ikea agradeció la colaboración del Ministerio de Inclusión para intentar que las personas desplazadas puedan comenzar una nueva vida con dignidad.

HACEN FALTA 250.000 INMIGRANTES
La ministra del ramo aprovechó la ocasión para enarbolar datos que rebaten los discursos xenófobos que tanto éxito han tenido en las pasadas elecciones europeas: «España necesita del orden de 250.000 trabajadores migrantes al año hasta 2050 para sostener su Estado del Bienestar. Actualmente, la afiliación extranjera suma casi 2,8 millones de trabajadores en España, los cuales suponen el 13% del total de afiliados. El 10 % de los ingresos de la Seguridad Social proviene de trabajadores inmigrantes y sólo representan el 1 % del gasto», manifestó ayer Elma Saiz, quien recordó además que el mercado laboral tiene muchos puestos de trabajo que no logra cubrir.

Talibe y Simbara aspiran a ocupar uno de estos puestos: «Estamos muy contentos de estar aquí. Nos gustaría trabajar en Ikea, que es una multinacional grande que nos ha dado esta oportunidad», concluyen.

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