Pequeño milagro Ermua y la migración.
Los expertos que presentaron el libro sobre la migración entre los años 50 y los 70 en la villa destacaron su singularidad
El Correo, , 11-06-2024Expertos en sociología y en migraciones calificaron como un «pequeño o verdadero milagro» lo que ocurrió en Ermua entre 1950 y 1975, en la presentación de un libro contratado por el Departamento de Inmigración del Ayuntamiento de Ermua y elaborado por el grupo de investigación Civersity.
La mesa redonda organizada para presentar ‘Las migraciones internas y su aportación al desarrollo de Ermua (1950-1975)’ reunió en el Antzoki a los doctores de la UPV Amaia Irazola (Sociología), Imanol Zubero (Ciencias Políticas y Sociología) y Ander Delgado (Historia Contemporánea), que adelantaron pequeños retazos de este trabajo de 200 páginas que se publicará en breve en digital, en la web municipal.
En la presentación, Zubero se refirió a Ermua como un «pequeño milagro. Pequeño en términos numéricos, porque en un espacio reducido, una población de 1.000 personas ve cómo llegan otras 16.000. Pero es potentísimo en términos analíticos. De hecho, creo que hay muy pocos espacios en el mundo que asumieran una situación similar», expresaba. Aunque «este proceso migratorio tuvo muy buenos resultados. Fue un verdadero milagro», reconocía Izaola.
En esta mesa de análisis de los datos recogidos en la obra de investigación de la migración ermuarra de aquellos años, Delgado subrayó «el valor y la importancia que se le daba a la educación. Con mucho esfuerzo y dificultades y pocos espacios educativos, consiguieron esa transición, en la que daban una gran importancia a que Ermua tuviera oportunidades para sus hijos. Se daba mucha importancia a dar una educación de calidad a quien viene».
Las patronas como refugio
La figura de las patronas también se resaltó en la reunión. «Los hombres que iban llegando se quedaban en una casa con las patronas e iban trayendo después a sus familias, que también vivían con ella y con otras familias en la misma casa, por lo que se generaba ese trasfondo de estar todos juntos con el mismo objetivo», remarcaba Irazola. En esta línea, se reconoció el papel aglutinador de las mujeres en el municipio. «No sólo las que llegaron. Hubo muchas mujeres en Ermua que tomaron el testigo de sus padres en las empresas. Estuvieron muy presentes en los caseríos, para garantizar la alimentación y la producción. Ermua fue especial, no sólo porque había pequeñas empresas en las que había mujeres trabajando, sino también porque fue un motor muy importante como aglutinador social entre sus hijos, para mantener esa relación». «En los caseríos llevaban a familias enteras a vivir allí. Y la relación se ha mantenido intensa. Lo que no pasa en otros sitios». «Fueron socializadoras, trabajadoras y aglutinadoras de las relaciones», remarcaban en la presentación.
Irazola subrayó la lógica de comportamiento que utilizó la población de aquella época. «No hay que tener miedo a la creación de pequeñas diásporas, como ocurrió en Ermua con los centros regionales, ya que la gente entraba y salía sin ninguna precaución de diferentes cuadrillas y grupos. Eso ha tenido mucho poso en Ermua, ya que las casas regionales integraban la cultura autóctona. Deberían servir de ejemplo», expresaban.
También se destacó la migración como motor de la economía. «Lo bueno de las migraciones es que esas personas generan riqueza económica. Todos los estudios garantizan que quienes emigran aportan más de lo que reciben, aunque no debemos verles como trabajadores, sino como personas», explicaba Zubero.
En este punto, se reconoció el peso de las relaciones con Eibar. «La Escuela de Armería fue un detonante muy potente, ya que fue capaz de generar un poso de capital social y humano. Allí se encontraban las grandes empresas, pero Ermua tenía el potencial de las pequeñas empresas, que se fueron desarrollando, y era el lugar de trabajo donde se formaba esa vida relacional. Eibar y Ermua buscaron un equilibrio ya que la necesidad era mutua», apuntaba la socióloga.
En definitiva, este libro es un ejemplo de «la superación del miedo a lo desconocido, ya que el conocer al otro es importante para tender puentes, crear lazos y respetarlo, para continuar las relaciones en el futuro». «Podemos aprender mucho de las buenas prácticas que se dieron en su día para conectar las migraciones de entonces con las actuales», explicaban los ponentes.
Cortometraje ‘Esperanza’
En este mismo espacio se presentó el cortometraje de Oskar Tejedor ‘Esperanza’, rodado en Ermua y con música local. Según el director, «esta película junta pasado, presente y futuro. Tres migraciones diferentes que conviven». Las protagonistas son tres mujeres de diferentes generaciones y orígenes, que con sus interpretaciones consiguen reflejar diversos matices migratorios. Un enternecedor trabajo «en el que los silencios dicen casi más que las palabras», explicaba Tejedor, y en el que la emoción llega al espectador de forma reivindicativa, sin que medie ninguna estridencia, con toda naturalidad.
Durante el acto de presentación del trabajo de investigación y del audiovisual, se pudo disfrutar de la música de la txalaparta, el djembé y el baile y la música flamenca, que pusieron el broche intercultural a una actividad divulgativa que emocionó al alrededor del centenar de ermuarras que acudieron.
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