Primero musulmán, luego inglés
La Voz de Galicia, 21-08-2006De siempre, una de las peculiaridades más atractivas del Reino Unido y en especial de Londres ha sido su mezcolanza de razas, credos y nacionalidades. Da color a la ciudad, aumenta su cultura, su cosmopolitismo y se ha llegado a decir que ha hecho más tolerantes a los británicos. El éxito del Reino Unido, también se ha dicho, ha sido convertir a tantas personas procedentes de culturas muy distintas a la británica, hacer de los emigrantes amantes de los valores que representaban el mundo anglosajón.
Con el paso de las décadas y el arranque de este siglo, se ha demostrado que el proceso de integración de muchos de aquéllos que llegaron a la isla en busca de prosperidad no ha dado resultado. Por el contrario, las nuevas generaciones de estos emigrantes que huían del hambre o de la persecución política y que son británicos de nacimiento, y en teoría también por cultura, no han logrado romper con sus raíces sanguíneas y se han mostrado no sólo opuestos a su integración en el mundo occidental, sino enemigos de la cultura en la que han vivido toda su vida.
«Yo soy primero musulmán y luego británico y si tengo que defender a alguien primero defenderé a otro musulmán», indica Saleem Ali, dueño de una tienda de comestibles árabes en la populosa calle de Brick Lane, en el corazón de Bethnal Green, una de las zonas londinenses con mayor presencia musulmana. De hecho, se calcula que allí, en la zona de Aldgate – lugar donde explotó una de las bombas en los atentados del 7 – J – , viven unos 100.000 musulmanes.
Presencia policial
Los nombres en caligrafía árabe se suceden sin cesar, en un remolino de colores y olores que hacen recordar los bazares de las ciudades de cualquier país del Oriente Medio. El misticismo del lugar se rompe cuando se comprueba la fuerte presencia policial. «Ocurre desde los atentados del 7 – J», recuerda Ali. «A las pocas horas de explotar las bombas se comenzaron a llenar estas calles de policías, decían que venían para evitar que nos lincharan, pero desde entonces no se han marchado». Es esta presión policial junto a la mediática lo que ha provocado que muchos musulmanes crean que están siendo vigilados y perseguidos en su propio país sólo por ser musulmanes.
Represalias políticas
Los comerciantes y peatones que pasean vistiendo sus tradicionales túnicas, chalecos y gorros, orgullosos de mostrar sus barbas densas y blancas, evitan hablar con desconocidos y mucho menos con los medios de comunicación. La aprehensión es enorme tras los sucesos de hace dos semanas y si bien no se puede hablar de miedo, sí es cierto que los musulmanes británicos se sienten objeto de las represalias políticas por lo sucedido. «La nueva generación de musulmanes que han crecido en el Reino Unido lo han hecho con una televisión delante las 24 horas del día, y en ella han visto día tras día como el Gobierno del país en el que viven, y sus aliados, en especial Estados Unidos y George Bush bombardean y matan de manera indiscriminada a musulmanes inocentes ya sea en Afganistán, Irak o ahora en el Líbano, y eso va erosionando cualquier afecto por el país en el que vives», señala Ali. Y agrega: «Yo no comparto las ideas de los terroristas, por supuesto, pero sí puedo entender cómo han llegado a pensar que Occidente es nuestro enemigo».
El desafecto de los jóvenes musulmanes británicos con respecto a la cultura occidental quedaba demostrado hace unos días cuando un joven musulmán respondía a las cámaras de la BBC 24 a la pregunta de si no admiraba el modo de vida inglesa. Su argumentación fue la siguiente: «¿De qué tipo de vida estamos hablando? ¿Trabajar sin descanso de lunes a viernes, salir el sábado a la discoteca a ligar a cualquier cosa que se mueve, mujeres que se visten como prostitutas, borrachas y que luego dicen que han sido violadas? ¿Es esto lo que los occidentales entienden como democracia? Pues este tipo de vida no tiene nada que ver con nosotros los musulmanes».
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