LOS PROBLEMAS DE LA INMIGRACIÓN // LOS TESTIMONIOS
No sin sus familias
El Periodico, 21-08-2006Apostaron fuerte y, por venir, dejaron atrás su familia. Por eso, ahora que la pesadilla de no tener papeles ha terminado y una tarjeta de residencia y trabajo en la cartera o el bolso les garantiza la tranquilidad, el reencuentro con los suyos es su prioridad. Para muchos inmigrantes, pedir la reagrupación familiar supone ver la luz al final de un túnel de varios años sin estar con sus parejas ni sus hijos.
CÉLIDA NÚÑEZ >> “O mi niño se viene a España o yo regreso”
Después de todo lo que ha luchado en esta vida, a la ecuatoriana Célida Núñez le tocaría ahora ser feliz. Esta mujer, que al poco de llegar a Barcelona tuvo incluso que dormir varias noches en la plaza de Catalunya por falta de recursos, ve como las cosas le van bien. Dispone de la tarjeta de residencia y trabajo, tiene un empleo estable como empleada doméstica en varias casas donde se ha hecho querer y ha conseguido un apartamento digno para vivir.
Sin embargo, Célida sigue viviendo continuamente al borde de las lágrimas. Su hijo le falta y sin él, la vida se le hace cuesta arriba. “Aquí – – cuenta – – los españoles tienen sus familias. En cambio, yo llego a casa y estoy sola. Eso es como no tener vida. Nadie me espera y mi hijo, que es la persona que más me importa en este mundo, está a 9.000 kilómetros de distancia. Y eso es muy lejos para una madre”.
Célida explica con tristeza que ha sido su hermana la que ha cuidado de su hijo durante estos años de ausencia. “Ahora, mi hijo le hace más caso a mi hermana que a mí”, explica compungida, y reconoce que muchos padres inmigrantes con hijos en Ecuador intentan compensar la ausencia colmándolos de regalos.
Célida quiere acabar con esa situación lo antes posible. Por eso hace unas semanas que ha depositado el expediente para la reagrupación de su niño. Aparte de lo que decida la Administración, el problema está en que el pequeño “no quiere venir a España”.
“Él dice que está bien ahí, con la familia, con sus amigos, en su barrio de siempre”, comenta Célida. En el viaje que, aprovechando las vacaciones, va a emprender a Ecuador, Célida sabe que debe persuadir al pequeño para que acepte venir a España. “Tengo que convencerle. Si no lo consigo y él no se viene, yo cojo mis cosas y regreso para Ecuador”.
FRANCISCO ACOSTA >> “Separarme de ellos me hizo rozar la depresión”
Las fuentes de Montjuïc y el metro. Esos serán los dos primeros lugares que Francisco Acosta va a enseñar a sus hijos cuando estos lleguen por fin a Barcelona. “Mi hija Azucena me ha dicho que quiere ver el tren que va por el túnel y los chorros de agua, porque los vio en una postal que le mandé y le gustaron mucho”, cuenta. Y añade: “No vivo más que esperando la hora de verles aparecer en el aeropuerto”.
Su demanda de reagrupación familiar ha sido aprobada y ahora su esposa se encuentra en Ecuador llevando a cabo los últimos trámites con la embajada española para traerse a sus dos hijos a España. A la espera de que les concedan el visado, ya todo parece encarrilado para que la familia vuelva a estar unida.
No obstante, Francisco cruza los dedos. “Mi felicidad no será completa hasta que no les vea aquí conmigo”, explica este hombre, que lleva tres años y medio sin ver a sus hijos. “Esta separación ha sido muy dura”, dice Francisco, que confiesa: “Separarme de ellos me hizo rozar la depresión”.
Para Francisco, que emigró a Barcelona junto con su esposa, la reagrupación con sus hijos es fundamental para lograr la felicidad. “Los hijos tienen que estar con los padres, que son los que mejor pueden guiarles en la vida y que son los que mejor van a atenderles”, comenta este ecuatoriano, que está convencido de que el futuro será aquí mucho mejor para sus hijos que en el país suramericano.
Como otros muchos inmigrantes, Francisco trae a sus hijos atraído por el sistema educativo. “Aquí tendrán la oportunidad de estudiar en una buena escuela y, para un padre, lo principal es brindar a sus hijos la posibilidad de tener una educación adecuada”.
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