LA INTEGRACION DE LOS EXTRANJEROS / Sus nuevos derechos
Cerca de 300.000 inmigrantes son ya nuevos españoles
El Mundo, 21-08-2006Los latinoamericanos, los grandes beneficiados por este ‘boom’ de nacionalizaciones, que se han cuadruplicado en los últimos años Han dejado de ser inmigrantes para convertirse en ciudadanos de pleno derecho y su voto está comenzando a ser muy disputado entre los partidos políticos. Casi 300.000 inmigrantes tienen ya la nacionalidad española y podrán votar en los próximos comicios municipales de 2007.
La concesión de nacionalidades aumenta de manera imparable y se ha cuadruplicado en los últimos seis años. De esta forma, si en el año 2000 se concedía la nacionalidad española a 11.996 extranjeros, en 2005 esta cifra ascendía a 51.107, lo que supone un incremento del 326%. En los primeros siete meses del año, ya se han otorgado cerca de 30.000 nuevas ciudadanías.
Los latinoamericanos son los grandes beneficiados de este boom de nuevos españoles, en detrimento de los marroquíes, que a pesar de ser el colectivo de inmigrantes más numeroso, ven cómo su número de nacionalizaciones se estanca. Si en 2004, eran 8.036 los marroquíes que alcanzaban el sueño de convertirse en españoles, durante 2005 y lo que va de este año lo han logrado 8.804.
Este despegue se produce a partir de 2001, cuando comenzó a aumentar de manera espectacular la inmigración procedente de Latinoamérica. Este crecimiento del fenómeno migratorio queda claramente reflejado en el ránking de nuevos españoles: los ecuatorianos están a la cabeza con 21.945, seguidos de colombianos con 15.214, peruanos con 6.620, argentinos con 4.425 y dominicanos con 4.173.
Latinoamericanos, andorranos, filipinos, guineanos, portugueses y sefardíes son los niños mimados de la ley, ya que les bastan dos años de residencia para optar a la nacionalidad. El resto de inmigrantes debe aguardar 10 años y acreditar una residencia continuada en el país. Ése es uno de los requisitos junto con un largo rosario de documentos para demostrar su arraigo en la nueva madre patria: certificado de antecedentes penales en España y en su país, certificado de la Policía sobre el tiempo de residencia, informe de vida laboral y un sinfín de papeles. Paradójicamente, entre las exigencias no se encuentra hablar español y muchos inmigrantes acuden a las entrevistas con un traductor.
Este potencial de nuevos votantes no ha pasado desapercibido para los partidos políticos. Independientemente de que prospere la proposición presentada por PSOE e IU – ICV para que voten los inmigrantes de aquellos países que tienen firmados convenios de reciprocidad con España, casi un millón de latinoamericanos son residentes legales y a los dos años pueden solicitar la nacionalidad.
Especialmente llamativo ha sido el giro que ha dado el PP. De hecho, muchos inmigrantes se frotaron los ojos cuando escucharon en marzo a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, pedir el voto para los extranjeros. Aguirre ha nombrado a una consejera de Inmigración, Lucía Figar, que está creando casas para los inmigrantes por toda la capital.
Las ONG no ocultan su sorpresa, ya que el Gobierno popular se caracterizó por una política de extrema dureza con los extranjeros y por vincular continuamente la inmigración con la delincuencia. «Antes no nos querían ni ver, pero ahora están haciendo muchas cosas para los inmigrantes. Tenemos mala memoria y Aguirre está aprovechando el momento», afirma Patricia, una colombiana que tramita su nacionalidad.
Algunas ONG creen que la proposición presentada por el PSOE en pleno mes de agosto intenta contrarrestar la frenética actividad de Figar en Madrid. «Aguirre le está robando los inmigrantes a cántaros al PSOE y, por eso, ha presentado la proposición, porque tiene un ataque de cuernos. Lo que hace el PP es un manto de populismo: nos dan limosnas pero no quieren darnos derechos», destaca Gustavo Fajardo, de la ONG Aesco.
¿Y por qué partido se decantarán los inmigrantes? En teoría, su voto irá para la izquierda, que es quien más defiende sus intereses y quien ha realizado la última regularización. Sin embargo, son muchos los que opinan que los latinoamericanos suelen votar a la derecha y, además, la mayoría de ellos entró en España durante el Gobierno popular.
APOYOS
«Los políticos nos están ’caramelizando’»
MADRID. – María Victoria Bejarano. Nacida en Colombia. 38 años. Casada y con un hijo. Trabajadora de la ONG Aesco. Y, ahora nueva española. No vino ni para buscar un trabajo ni para mandar dinero a su familia ni para prosperar económicamente. Lo hizo por amor tras los pasos de un español.
Aterrizó en nuestro país en el 98 y ha pasado por todas las etapas del inmigrante sin papeles que llega a España. Primero, trabajó sin documentación en el servicio doméstico y después, atrapó el permiso de residencia en una de las regularizaciones que realizó el PP.
Después de casarse con un español de origen uruguayo, comenzó los trámites de la nacionalidad. Ahora detalla las grandes ventajas de haberlo conseguido: «Se te olvida el rollo de los papeles. Tiene muchos beneficios porque no necesitas visado para viajar a ningún país y puedes entrar y salir cuando quieras».
Otra de las utilidades es la mayor facilidad para conseguir préstamos en el banco y para poder presentarse a una oposición, que es lo que piensa hacer en un futuro. Y, por supuesto, poder votar en las elecciones. «Quiero aportar mi voto. Mucha gente se está sacando la nacionalización y los políticos se han dado cuenta y ahora están caramelizando a los extranjeros», declara esta colombiana.
A María Victoria no le ha pasado desapercibido el cambio del Partido Popular: «Si hubiese ganado las elecciones, no habría hecho la regularización y nos habría expulsado a todos. Pero ahora ha cambiado y está montando casas para los inmigrantes y ayudando a muchas asociaciones».
Esta mujer luchadora todavía tiene un combate pendiente: conseguir que la homologuen los títulos de Biología e Ingeniero Agrónomo que estudió en su país.
«¿Por qué un judío tarda 2 y yo 10 años?»
MADRID. – Hassan Arabi. Nacido en Marruecos. 37 años. Soltero. Funcionario interino. Y, ahora, nuevo español. Ha empleado 15 años de su vida en conseguir la ciudadanía española, y, al fin, lo ha logrado.
Han sido 10 años de residencia continuada en nuestro país y cinco de papeleo. Cuando se le pregunta que cuántas colas ha tenido que hacer, responde sin pensárselo dos veces que «infinitas». Llamarse Hassan ha pesado como una losa y ha tardado ocho años más en nacionalizarse que si su nombre fuese Horacio.
Cuando se le interpela sobre si se siente discriminado, replica al minuto: «Sí». Hassan, que habla un perfecto español, critica que los marroquíes tengan que acreditar diez años de residencia continuada en España, mientras que a los latinoamericanos y sefardíes les baste con dos: «¿Por qué a los judíos sólo se les pide dos años de residencia y a nosotros 10? Si España quiere saldar una deuda histórica con ellos, ¿por qué no incluyen a los moriscos que también fueron expulsados?», se pregunta indignado.
A su juicio, la ley debería eliminar las diferencias y no fomentarlas y pide al Gobierno español que siga el ejemplo europeo: «Países como Francia o Bélgica no dan ninguna prioridad a sus colonias a la hora de conceder la nacionalidad y exigen cinco años de residencia a todos los extranjeros. Pedir dos años es muy poco y 10, demasiado», asegura Arabi.
A este marroquí, que vino a España a estudiar, no le vale el argumento de que Latinoamérica siempre ha tenido una mayor proximidad con España: «Marruecos también ha sido colonia. Somos países vecinos y tenemos más lazos culturales que España con Bolivia, por ejemplo».
«¿Y el idioma?». «El idioma es un factor integrador, pero no es el único. Podemos estar hablando en castellano y no entendernos nada», indica.
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