Cinco personas, cuatro de ellas inmigrantes de origen africano, murieron en la madrugada de ayer en Roubaix, en el norte de Francia, víctimas del incendio del vetusto inmueble en el que se cobijaban. Aún no se conocen las causas, pero se sabe que, el pasado abril, se produjo un conato de incendio debido a un contador eléctrico en mal estado. Entonces el propietario del edificio, donde residían familias modestas, muchas de origen extranjero, ordenó unas pequeñas reparaciones en la instalación eléctrica. Ese propietario y otra persona cuya identidad no ha sido revelada estaban anoche siendo interrogadas por la policía, que no descartaba la pista criminal.

El drama se produjo poco antes de las cinco de la mañana. Comenzó en la planta baja de un edificio de dos alturas, en la escalera, que se transformó en una chimenea de llamas y humo, atrapando a quienes dormían arriba. El inmueble, en el que vivían unas 20 personas, es un viejo bar dividido en 14 “estudios”, es decir, minúsculas habitaciones con ducha y servicios colectivos en el rellano. Según el juez instructor del caso, Philippe Lemaire, era “muy pequeño para tanta gente”, algunos de los cuales vivían en una “gran precariedad”.

Muchos de los habitantes del inmueble eran de origen africano – magrebí o subsahariano – . Los fallecidos son una mujer argelina de 41 años, sus dos hijos, una niña de tres años y un adolescente de 17 – ambos con nacionalidad francesa – , una madre de familia guineana de 29 años y un francés de 30, informa France Presse. Otra mujer está hospitalizada víctima de fracturas múltiples que se produjo al saltar por la ventana. De los 10 heridos por el fuego, dos se encuentran en estado grave.

Roubaix es una antigua ciudad industrial – textil y minería – muy perjudicada por la desindustrialización, como toda la región norte vecina a la frontera belga. Los inmigrantes e hijos de inmigrantes viven a menudo de modestos subsidios que no les permiten encontrar otro alojamiento que el de casas viejas y mal cuidadas, que en los últimos cinco años han sido protagonistas de diversos dramas.

Desde febrero de 2001 son 77 los inmigrantes que han muerto en diversos incendios, en la gran mayoría de los casos provocados por la vetustez de sus instalaciones eléctricas, el hacinamiento y la carencia del mínimo de medios para apagar un fuego. El juez se preguntaba ayer por la “conformidad de la instalación eléctrica con las normas de seguridad vigentes”, y decía no descartar la hipótesis de un “gesto desafortunado, intencional o no”, como causa del incendio.

Esta misma semana, precisamente en nombre de cuestiones de seguridad referidas a una instalación eléctrica ilegal e irregular, 1.000 inmigrantes – legales e ilegales – fueron desalojados de una vieja residencia universitaria en Cachan, en las cercanías de París.

El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, aprovechó lo ocurrido ayer para justificar la citada expulsión como necesaria para evitar que se repitan dramas que él atribuye a “la falta de control de los flujos migratorios”, pero cuyo principal combustible es la miseria.