Rafael Navarro de Castro recrea el lado oscuro de la agricultura industrial

El autor firma 'Planeta invernadero', novela en la que retrata la contaminación de la tierra y la explotación laboral de los temporeros

Diario Vasco, Antonio Paniagua Antonio Paniagua Madrid, 15-04-2024

Somos plástico. Vivimos y nos alimentamos gracias a los plásticos, a enormes extensiones de invernaderos, eso sí, convenientemente fumigadas. Hasta nuestro canon de belleza pasa, si no por el plástico, sí por los polímeros. La nueva novela de Rafael Navarro de Castro, ‘Planeta invernadero’ (Alianza Editorial), comienza en el quirófano con una mujer operándose de los pechos para colocarse sendos implantes de silicona. Cirugía plástica.

En la ficción, Navarro de Castro (Lorca, 1968) cuenta la historia de Sara, una ingeniera agrónoma que decide imprimir un cambio radical a su vida antes de cumplir los cuarenta años. El autor firma un novelón de algo más de 700 páginas en el que denuncia los males de la agricultura industrial, con trabajadores esclavizados, cultivos atiborrados de pesticidas y unos modos de producción que contaminan la tierra y la desertifican. «Hemos declarado la guerra a muerte a la naturaleza y lo malo es que la estamos ganando», dice el escritor.

Como el personaje de su ficción, Navarro ha cambiado la ciudad por el campo. Vivía en una buhardilla de 30 metros cuadrados en el madrileño barrio de Malasaña y se asentó en el pueblo de Monachil (Granada), donde compró hace 20 años una hectárea de tierra en plena montaña. Allí, a las faldas de Sierra Nevada, se dedica a la agricultura tradicional, la cría de gallinas ponedoras y al activismo ecologista. Dejó atrás su oficio de técnico de luces y el mundillo de la publicidad para vivir de otra manera, con apego al campo. «No quiero decir con esto que todo el mundo tenga que hacer lo mismo, pero sí mirar el mundo con otros ojos y relacionarnos con los demás, la naturaleza, la comida y los animales de otro modo. Es un cambio que tendremos que hacer antes o después».

Navarro escribe en primera persona y da voz a una mujer inmersa en una crisis existencial. Para conferir mayor autenticidad al relato, rebosante de denuncias contra las prácticas que esquilman y contaminan la tierra y el agua, el autor se inspira en la vida y los escritos de pioneras del ecologismo como Rachel Carson y Petra Kelly, mujeres que sufrieron el acoso y la violencia de sus coetáneos. Navarro podía haber alumbrado un ensayo, pero se ha decantado por escribir una novela porque, entre otras cosas, procede del mundo de la creación. Además con la ficción logra llegar a más gente. Como dice su editora, Pilar Álvarez, ha hecho más Doris Lessing y su ‘Cuaderno dorado’ por el feminismo que toda la obra de Simone de Beauvoir.

Ensalada venenosa
Leer a Navarro de Castro es sumirse en la pesadilla de un problema planetario del que es difícil salir indemne. «En una ensalada con varios ingredientes podemos estar digiriendo unos seis o siete pesticidas diferentes, uno por cada tipo de alimento».

La agroindustria, la actividad que se retrata en ‘Planeta invernadero’, está repleta de desmanes. Uno de ellos son los cultivos hidropónicos, que sustituyen la tierra por una solución de agua enriquecida con nutrientes, práctica que se presentaba como la gran panacea sostenible. Al final, lo que se suponía representaba un ahorro de costes, agua y espacio comportaba una alta factura energética.

No en balde, en algunas zonas de Almería al cultivo de tomates se le está introduciendo calefacción, circunstancia que aumenta el rendimiento. «Si se consigue que la temperatura no baje de 21 grados, las plantas no paran de crecer, con lo que se obtienen tomateras de 12 metros de altura».

Cuadrillas que se desloman a diarios, jornadas maratonianas y a destajo y hacinamiento son la cara más sombría de los trabajadores inmigrantes, que muchas veces carecen de mascarillas y guantes para recolectar cosechas infestadas de pesticidas. «A veces la explotación laboral es horrible. He preguntado a los trabajadores africanos por sus condiciones laborales. Algunos trabajan 12 horas al día por 20 euros. Los agricultores no cuentan toda la verdad sobre cómo pagan y tratan a sus jornaleros».

La novela es el reverso de la primera ficción de Navarro de Castro, ‘La tierra desnuda’. Si en esta última recreaba la situación de los campesinos tradicionales, en ‘Planeta invernadero’ aborda con verosimilitud la agricultura tecnificada e intensiva que nos da de comer a diario. Está por ver que sea un plato de buen gusto.

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