«Hambrientos, sedientos y asustados»

ABC, 20-08-2006

«Cuando llegan se los ve hambrientos, sedientos y asustados», cuenta, mientras repone víveres y «kits» de ropa – «acabamos de atender al segundo cayuco de esta mañana» – Austin Taylor, un inglés de Blackpool, pero que desde niño vive, como tantos compatriotas, en el sur de Tenerife. Los cuatro años que lleva en Cruz Roja han sido suficientes para convencerle de que fue una buena decisión dejar su puesto de director de márketing en una empresa de comunicaciones y dedicar todo su tiempo a la asistencia en emergencias. Él está contratado, pero destaca la tarea de los voluntarios, «como esa enfermera de Ávila, que consumió todas sus vacaciones aquí», atendiendo a los inmigrantes. «Todo esto, que prefiero no llamar tragedia ni catástrofe, a la Cruz Roja le ha servido para recibir muchísima ayuda de gente y empresas que se han acercado para donar desde ropa hasta una taza de leche caliente en las noches de frío», señala.

La conducta de los inmigrantes es «ejemplar»: colaboran, ayudan a recoger los restos de la comida que se les da y a repartir la ropa. «Son muy nobles y educados. Me ha tocado tratar con licenciados, contables y con alguno que era abogado. Son muchos los que llegan con buena formación». En el tiempo que lleva en la atención de inmigrantes, muy pocas veces ha visto que algún menor necesitase ayuda médica: «A todos nos da la sensación de que los miman mucho durante el viaje, y que los protegen».

«¿Esto es España?»

Irina, una colombiana que formó parte de Médicos del Mundo, también dedica ahora su tiempo a los inmigrantes. «Al llegar preguntan si están en España», dice. «Creen que han llegado a la Península; cuando ven el mapa y les explicamos que están en las Islas no nos creen». Es una situación difícil, relata, porque «detrás de cada uno de ellos hay una tremenda historia».
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