EL DRAMA DE LA INMIGRACIÓN // OTRO FRENTE EN EL MEDITERRÁNEO

Las Canarias italianas

El Periodico, 20-08-2006

La isla siciliana de Lampedusa es el espejismo más cercano de la riqueza europea para miles de magrebís y subsaharianos. Está a solo 113 kilómetros de Túnez, mientras que los italianos deben recorrer 205 desde Sicilia para disfrutarla en verano. A esta isla, que cuenta con un solo pueblo de 6.000 habitantes, han llegado desde enero 10.414 de los 12.102 sin papeles que han desembarcado en Italia. En cambio, únicamente cuenta con un centro de acogida para 100 personas. Por eso, muchos de los recién llegados son trasladados a centros de Sicilia. Allí, algunos son repatriados, otros piden asilo político y los demás reciben una orden de expulsión, aunque quedan libres de cumplirla o no, por lo que en general pasan a engrosar el mercado negro de trabajo.
Pero no todos arriban a puerto: centenares de viajeros de la esperanza han desaparecido en el Mediterráneo, generalmente tirados al mar por sus compañeros. “A veces, en las redes encontramos brazos y piernas”, explican los pescadores de Mazzara del Vallo, la ciudad siciliana con la mayor flota pesquera del país.
Los barcos faenan en el límite de las aguas territoriales de Túnez y de Libia y en algunas épocas han tenido que ser escoltados por unidades de la Armada italiana. Ahora no hace falta, porque parece como si todos se hubiesen puesto de acuerdo: los intereses industriales de la pesca, los del tráfico de seres humanos y las voluntades de los políticos, que no olvidan la historia de odio y amor entre italianos y libios.
El último capítulo de la inmigración clandestina con Lampedusa como primer destino es muy trágico. Ayer los equipos de rescate recuperaron los cadáveres de 10 personas y encontraron vivas a otras 70 que viajaban en una barcaza que naufragó al sur de la isla. El número de víctimas podría multiplicarse por cuatro, pues 40 de los 120 inmigrantes que viajaban en la siniestrada embarcación están desaparecidos. La policía detuvo a cinco supervivientes, sospechosos de transportar ilegalmente a los demás.
“No es simplemente una tragedia, sino un auténtico crimen”, dijo el ministro del Interior, Giuliano Amato. Todo indica que el barco se fue a pique cuando los pasajeros se agolparon en un costado al ser descubiertos por los guardacostas.
Estos cayucos suelen ser de resina o de goma, miden seis o siete metros de eslora y llevan a más de un centenar de personas amontonadas. La mayoría de los ocupantes proceden de Libia, Marruecos y Túnez, pero hay también etíopes y eritreos, como la joven que desembarcó hace unas semanas tras no poder viajar el 28 de julio y confiar entonces su bebé de dos meses a unos paisanos.
Con Túnez, Italia llegó a un acuerdo de control y repatriación hace años. Muchos marroquís, en cambio, apuntan a Italia porque ven más fácil entrar allí que a España. Y Libia hace el doble juego: deja que las mafias trabajen y negocia con Italia sin llegar a un acuerdo. El coronel Muamar Gadafi pide una autopista a cambio.

Choques históricos
La tensión italolibia se remonta a 1912, cuando Italia arrebató al imperio otomano la Tripolitania y la Cirenaica. En 1934, Mussolini transformó las dos regiones en la colonia de Libia. Para ello mató a 100.000 personas y sembró el desierto de minas. En 1956, Italia y el rey libio Idris hicieron las paces por 480 millones de euros. Cuando Gadafi llegó al poder, en 1969, rompió el acuerdo y al año siguiente echó a los 20.000 italianos residentes en la excolonia.
El deshielo comenzó en 1998 y en la lista de reclamaciones apareció, como indemnización por los daños bélicos, una autopista de 1.700 kilómetros entre Trípoli y Bengasi. Romano Prodi, primero como jefe del Gobierno y después como presidente de la Comisión Europea, reabrió las puertas del mundo a Gadafi. En el 2003, Italia y Libia firmaron un acuerdo y al año siguiente Silvio Berlusconi hizo una visita oficial, pero en el 2005 se entrometió la historia de una viñeta contra Mahoma en la camiseta de un ministro italiano. El acuerdo sobre emigración quedó en papel mojado.

Llamamiento a la UE
Frente a la nueva avalancha de sin papeles y con un nuevo Gobierno en Roma, Italia ha pedido a la agencia europea Frontex que acelere el control mixto (griego, maltés e italiano) del Mediterráneo central y a la UE que ayude a financiar alguna de las reivindicaciones libias. Pero en las últimas semanas han llegado a Lampedusa más de 2.000 indocumentados.
Uno de los subsaharianos que se embarcó en la búsqueda de El Dorado europeo es Muhammad S., un senegalés 27 años que se dedica al top manta en una calle periférica de Roma. “Llegué hace una semana y me hacen empezar por esos lugares poco concurridos. Viajé a través del Sáhara, Libia y finalmente Lampedusa. En el cayuco había un egipcio que se había ocupado de todo. Quiero ir a Alemania, porque dicen que se gana más, pero tengo que esperar a que me toque, no puedo decidirlo por mi cuenta”, explica.

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