ARTÍCULO // PESO PLUMA >> JOAN BARRIL

Peso pluma

El Periodico, 20-08-2006

Lengua o democracia

Quisiera creer que lo que he leído ha sido mal dicho o mal interpretado. Me refiero a la oposición de CiU al derecho de voto de los extracomunitarios, hábiles para pagar impuestos, pero no para votar. El argumento, una vez más, es el de la lengua. Desde hace un tiempo se viene diciendo que los trabajadores extracomunitarios, estos que nos limpian las casas, que se montan en los andamios o que nos recogen la fruta, son un peligro para la naturaleza del país. No sé qué respuesta electoral tendría un partido de clase media catalana que basara la salvación de Catalunya en el hecho que las limpiadoras, los temporeros y los trabajadores sobreexplotados fueran estrictamente catalanes. Porque el hecho inmigratorio está en la base de los beneficios de esos empresarios, nacionalistas o no, a los que el voto extracomunitario les importa un bledo mientras puedan sacar mejores plusvalías de un trabajo precario. Luego, con la boca pequeña, dirán que la gran amenaza de la lengua catalana está en esos contingentes extranjeros. No todos, es cierto. Los extranjeros comunitarios, esos alemanes, finlandeses o franceses que también se expresan en español y que ya tienen garantizado el derecho a votar y a ser votados, no constituyen ninguna amenaza. La amenaza – – lo dijo Jordi Pujol un día – – está en la cajera colombiana del supermercado. La culpa de la fragilidad del catalán no hay que buscarla en las alturas ni en el escaso proteccionismo cultural ante la globalización del inglés. La culpa la tiene el español de la cajera, del camarero o del peón. La culpa, una vez más, es de los pobres. Y la alternativa es clara: el derecho a voto será un premio al correcto uso de la lengua catalana. Aplicando la misma lógica de derechos y deberes, podría darse el caso que la asistencia sanitaria universal no dependiera de la cartilla, sino de que el enfermo consiguiera mostrar el nivel C de catalán. Entiendo y comparto – – el catalán es mi lengua; Catalunya, mi país – – las dudas de CiU. Pero, sin duda, sus estrategas no han sabido expresarlas. Apelar al miedo es fácil. Y ahuyenta a los que creemos más en la persuasión que en la coacción.

La barbacoa del espíritu

No se trata de la canción del verano ni de esas juergas televisivas basadas en el karaoke. La cigarra canta en verano de la misma manera que la música clásica florece precisamente en los meses del calor y de la lluvia imprevista. Unos organizan barbacoas y otros se visten para el concierto. Una peregrinación de gente sensible y de aplauso contenido va de aquí allá escuchando acordes entre piedras antiguas. En esos recitales de la noche se busca el complemento espiritual de tanta playa y tanto sol. Con el pretexto de la música lo que se busca en esos recitales es el silencio interior entre las multitudes. Lo importante no es ir, sino haber ido. En algún momento del año se produjo el encuentro entre el artista y un público nuevo. ¿Qué quedará de ese público estival cuando lleguen los meses del frío? ¿En qué butacas domésticas les encontraremos?



El inventor del concepto “inteligencia artificial”, John McCarthy, afirmaba que un simple termostato de calefacción es capaz de tener creencias. ¿Cuáles?
“Aquí hace demasiado calor. Aquí hace demasiado frío. Aquí hace una temperatura correcta”. A veces nos bastaría tener la fe del termostato.

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