ROMA. - «No es sólo una tragedia, es un crimen». El ministro italiano del Interior, Giuliano Amato, declaró ayer en un comunicado su consternación por la muerte en la madrugada del sábado de al menos 10 inmigrantes ilegales tras volcar la patera en la que intentaban llegar a la isla de Lampedusa. De los 120 pasajeros que transportaba la precaria embarcación, han desaparecido al menos 40 personas.

Según declaraciones de los supervivientes, el hundimiento se produjo por un movimiento al unísono de muchos inmigrantes, que se desplazaron de manera simultánea hacia un lado de la embarcación para intentar subir a la corbeta del Ejército italiano que había sido desplazada a la zona para rescatarlos.

Sin embargo, aún no se puede descartar que fuera el propio buque militar el que chocara contra la patera, que medía 10 metros de largo, tras localizarla a unas millas al sur de Lampedusa, en medio de un temporal de fuerte marejada y con viento fuerza cuatro.

Tanto el ministo Giuliano Amato como el alcalde de Lampedusa volvieron a solicitar la colaboración de la Unión Europea para impedir más travesías de inmigrantes irregulares entre Africa y Sicilia. Amato calificó este hundimiento no sólo de «desgracia», sino también de «crimen», y expresó su voluntad de «acabar de una vez con las organizaciones criminales, que ponen diariamente en peligro tantas vidas en la travesía del Mediterráneo».

La mayoría de los rescatados son de origen magrebí. Otros procedían de países del Cuerno de Africa. Al parecer, la patera en la que viajaban había salido hace cuatro días de la localidad libia de Al Zuwara, al igual que muchos de los inmigrantes ilegales con destino Italia, donde este año ya llegaron más de 12.000 indocumentados.