"Aquí tengo la seguridad necesaria"
El País, 20-08-2006Cynthia Favero (Buenos Aires, 1970) tiene su despacho profesional en la calle de Príncipe de Vergara, un pasaporte español – “mi madre es española”, dice – , un alma dividida entre las dos orillas del océano y una especialización laboral que habla de temas jurídicos relacionados con extranjería, inmigración y derecho internacional.
Mientras la tarde cae sobre la ciudad y una ligera brisa se cuela por la ventana entreabierta, la letrada se arrellana en su sillón y comienza a contar experiencias que son retazos de sus 35 años. “Uno de mis primeros recuerdos coincide con el año 1972, cuando, con mis padres, vine por primera vez a España. Llegaron por motivos de trabajo y se quedaron varios años”, explica.
Cuando en 1988 Favero iba a comenzar sus estudios universitarios, ya con 18 años, volvió a Río de la Plata con su familia: “Allí hice mi carrera, ejercí un tiempo y volví de nuevo a España, a la casa que habíamos dejado. Por esta razón, no me siento extranjera ni aquí ni allí”.
La abogada, de espíritu independiente y quehacer agresivo en la defensa de los intereses de los clientes, comenzó su carrera con algunos casos polémicos: “Uno de ellos, relacionado con familiares de militares argentinos de la dictadura, hizo que comenzaran a llegar, a mí y a mi familia, amenazas bastante serias”.
En 1994, cuando Favero regresó a Madrid, lo primero que tuvo que hacer fue encontrar su hueco profesional: “Entré a trabajar en un despacho que había en la Gran Vía. Era el único que, por aquel entonces, existía en Madrid dedicado en exclusiva a la extranjería”, rememora. Mientras llegaba la homologación de los títulos, tuvo que completar un periodo de prácticas: “Al final, después de convertirme en socia, pasé a dirigir, casi en exclusiva, el despacho”. La evolución profesional fue rápida y la jurista acabó abandonando el bufete para establecerse por su cuenta.
Con los años y el buen resultado del boca a boca, Favero ha alcanzado la estabilidad necesaria: “En Argentina, hoy puedes ser millonario y mañana estar pidiendo en la calle. Así es imposible desarrollar un proyecto. Aquí tengo la seguridad necesaria para sentirme feliz y realizada”. Así, a partir de una pequeña plantilla hoy ha llegado a dirigir el despacho Sentencia S.L., en el que trabajan 19 personas que atienden a más 30.000 clientes.
“Para dedicarse a extranjería hay que valer. No te puedes dedicar a esto sin vivir, compartir y, en cierto modo, sufrir los problemas y temores de los emigrantes a los que defiendes. Te tienes que poner en su piel para así poder luchar, con todo, por sus objetivos: un permiso de trabajo, una tarjeta de residencia, poder traer a sus familias… Nunca puedes pensar que todo eso es la mera tramitación de un trámite burocrático”, explica la abogada.
Una de las características de este peculiar despacho jurídico es que hace las veces de termómetro sociológico: “Si aumentan o disminuyen los casos relacionados con una determinada nacionalidad, ya sabemos que, en las estadísticas nacionales de ese año, en lo referente a entradas de emigrantes, se producirá una tendencia calcada”. Y la misma mirilla servirá para asignar campos profesionales a esos mismos emigrantes: “Los ecuatorianos suelen dedicarse al sector doméstico y hostelería; el rumano prefiere la construcción; se ven muchos búlgaros conduciendo camiones…”.
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