De vuelta al barrio de San Pedro de Elgoibar

Vecinos del barrio elgoibartarra de San Pedro, tanto los que siguen viviendo en él como los que crecieron jugando en sus calles y ahora residen en otros lugares, se reunieron el pasado sábado.

Diario de noticias de Gipuzkoa, Un reportaje de Aitor Zabala, 25-03-2024

Los vecinos del barrio de San Pedro celebraron el pasado sábado una fiesta de reencuentro a la que se sumaron 130 personas. Tras reunirse en el barrio y volver a ver a vecinos a los que, en muchos casos, habían perdido la pista hace años, disfrutaron de un lunch en el Txarriduna y de una comida en el restaurante Sigma, a la que pusieron colofón con una sesión de bailables. Entre bocado y bocado y baile y baile, rememoraron cientos de historias de la que ha sido testigo este barrio, vinculado a una empresa señera de la historia industrial de Elgoibar como fue Fundiciones San Pedro.

Fundada en 1877, la firma creada por el navarro Romualdo García sirvió de caldo de cultivo para la formación de trabajadores especializados que luego desarrollaron sus propios proyectos empresariales tras abandonar la fábrica, convirtiendo a Elgoibar en un punto de referencia en el sector de la máquina-herramienta. La búsqueda de mano de obra para cubrir las necesidades de esta empresa dio lugar a la llegada de trabajadores de distintos rincones de España atraídos por las oportunidades de trabajo que ofrecía la firma elgoibartarra.

Esta situación alcanzó su punto álgido en los años cincuenta del siglo pasado, cuando San Pedro llegó a contar con una plantilla de 400 trabajadores. Esa década fue testigo también de la construcción de las viviendas conocidas con el nombre de las Casas de San Pedro por parte de la empresa en la margen contraria del río en la que se ubicaba la planta siderúrgica. Se trataba de pequeños pisos reservados a los trabajadores de la propia empresa, a los que accedían sin coste alguno, teniendo que afrontar únicamente los gastos de mantenimiento.

Los padres de Eli Gutiérrez, una de las promotoras del reencuentro del pasado sábado, accedieron a uno de estos pisos en 1973. Su padre, Curro, se había trasladado al País Vasco desde la localidad sevillana de Los Corrales en 1971 para trabajar en la construcción de la autopista Bilbao-Behobia, dejando atrás a su mujer, María, y a sus hijos Curro y Eli, que había nacido aquel mismo año. “Durante esos dos años me vio un par de veces. En 1973 encontró trabajo en la fundición de San Pedro y nos vinimos todos a Elgoibar. La empresa nos dio una de sus casas de San Pedro y los cuatro nos asentamos aquí. Luego la familia creció y llegaron a casa mis otros dos hermanos, Ana y el pequeño, Cristóbal, que nacieron en Elgoibar”.

Otros vecinos de San Pedro vivieron situaciones similares a las de Eli y su familia. Trabajadores y familias en busca de un mejor futuro llegaron hasta este barrio, unos a ocupar las Casas de San Pedro y otros a asentarse en las viviendas edificadas en la zona más alta, dando forma a un particular cóctel vecinal en el que convivían vascos, gallegos, castellanos, manchegos, andaluces y emigrantes llegados de otras regiones. Esa mezcla dio como resultado un barrio dinámico y con una personalidad muy acusada. A esas características se le sumaria otra, la de la solidaridad, que para su desgracias tuvieron que poner de manifiesto en las inundaciones que asolaron Elgoibar en los años 80.

Las Casas de San Pedro se levantaron en una zona inundable y el río Deba hizo valer esa amenaza anegándolas en 1983 y 1988. Eli vivió de manera directa las dos crecidas. “En la primera no pudimos sacar nada; vivíamos en la planta baja y el agua se lo llevo todo. Nos quedamos sin ropa que ponernos”. Cinco años después el río volvió a mostrar su lado más salvaje con una crecida que Eli recuerda de modo especial, ya que le pilló imposibilitada en la cama por una lesión en la pelvis que le impedía caminar. “Entre mi padre y un vecino me llevaron al primer piso para ponerme a salvo cuando el agua ya estaba entrando en la casa”. Pese a la desgracia, guarda un grato recuerdo de aquellos sucesos. “Fue duro pero, a la vez, bonito ver la respuesta de los vecinos. Nos repartimos por diferentes casas para dormir sobre el suelo en colchones. También nos dieron ropa para suplir la que habíamos perdido. Hubo mucho apoyo entre vecinos”.

Otro de los temas que estuvo presente en el reencuentro del sábado fueron las animadas fiestas que solían tener lugar el primer fin de semana de julio, como recuerda María Blanco, hija de Celso y Olga, propietarios del ya desaparecido bar San Pedro. “Las organizaban Sisi y mi padre, Celso, con la ayuda de voluntarios, como Lanza, y jóvenes del barrio. El ambiente era muy bueno. Venían orquestas muy buenas y hasta grupos de mariachis. No faltaban las sokamuturras, ni los juegos para los niños, así como una gran sardinada en La Bodega que muchos recordarán”.

El buen ambiente que se vivía en San Pedro en las fiestas se hacía extensivo al resto del año, ayudado por la presencia de dos empresas como Lagun y la fundición de San Pedro en el barrio. El trasiego diario de sus trabajadores daba mucha vida a los bares y al barrio en general. En sus momentos de mayor pujanza, contó con cuatro bares (San Pedro, Pepe, La Masía y La Bodega) y dos pequeños comercios (Marcial y Claudia). Sin embargo, el cierre de ambas empresas a finales del siglo pasado marcó el inicio de un proceso de decadencia que da lugar a que San Pedro carezca de bares y de comercios a día de hoy.

El paso del tiempo también ha traído cambios en el perfil de los residentes. Algunos se trasladaron a otras zonas de Elgoibar y a otros pueblos, y hubo quienes retornaron a sus lugares de origen cuando les llegó la edad de la jubilación. Otros siguen viviendo en el barrio junto a nuevos inmigrantes llegados, en muchos casos, de otros países, reeditando así el viaje en busca de un mejor futuro que protagonizaron ellos décadas antes.

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