Las mujeres de la M-30
- La mayoría son topógrafos, ingenieros o capataces con voz de mando en un
La Razón, 19-08-2006Madrid. - La igualdad cualitativa entre hombres y mujeres en las obras de
la M – 30 es un hecho incontestable. El salario y las condiciones de trabajo
son idénticos entre los compañeros de un mismo puesto. Sin embargo, este
hecho contrasta con las escasas decenas de mujeres que trabajan junto a
miles de hombres en las obras. A pesar de que los órganos de dirección en
las empresas vinculadas a la construcción emplean a un número similar de
mujeres y hombres, la realidad es que en los trabajos más duros, como peón
o ferralla, no hay ninguna cara femenina entre los obreros.
«Nadie
quiere hacerlo». Los responsables en la dirección del soterramiento de la
M – 30 en su tramo junto al Manzanares apuntan a la dureza del trabajo como
la principal causa de la ausencia de demanda de empleo por las mujeres:
«Trabajar bajo el sol, el polvo, tener que cargar con tanto peso y la
exigencia física, además de la temporalidad, parecen ser los motivos de
todo esto», apunta Javier Nájera, responsable del Ayuntamiento de la obra.
Estas exigencias parecen sobrepasar a las condiciones laborales que
ofrecen las empresas, las cuales ofrecen sueldos entre 2.000 y 3.500 euros
mensuales, según el puesto. No obstante, la discriminación es absurda para
cualquier empresa cuando la contratación de mujeres «no solo es
fiscalmente beneficiosa, sino también una buena publicidad», afirma Javier.
El resultado de la dureza del trabajo a pie de obra se nota en el escaso
número de mujeres trabajadoras. Por ejemplo, en el tramo de soterramiento
del Puente del Rey sólo hay diez chicas en una plantilla de 900 personas.
Cinco de ellas están en cargos relacionados con la dirección de la obra y
su supervisión. Trabajos de mayor cualificación ocupados por españolas,
mientras las otras cinco, inmigrantes, trabajan como señalistas para
controlar el tráfico durante las operaciones de carga y descarga de
camiones. Junto a ellas trabajan también maquinistas y camioneras, aunque
suelen ser un número igual de reducido. Así, esta situación se extiende al
resto de tramos, donde apenas se puede ver algo menos de un uno por ciento
de mujeres en los trabajos de mayor exigencia física. No obstante, no hay
ningún caso de chica que trabaje de peón: la excepción fue hace unos
meses, cuando quince mujeres ingresaron de ferrallas, manipulando hierros,
aunque solo duraron dos semanas antes de pedir la baja.
Igualdad
cualificada. Los puestos de producción y supervisión son otra historia. En
estos casos, la igualdad es la nota dominante, pues suele haber entre un
40 y un 60 por ciento de empleo femenino. En estos casos no se debe a
ninguna aplicación de la Ley de Paridad, sino a una mayor demanda de
trabajo por parte de las mujeres, lo que repercute en un proceso de
selección basado en los méritos. Esta situación se repite tanto en las
empresas constructoras – tales como Dragados, Ferrovial, Acciona y Fomento
de Construcción y Contratas – como en las empresas externas vinculadas a
labores de control de calidad, aspectos técnicos y la supervisión
arqueológica y paleontólogica de restos encontrados en las obras. Nájera
destaca «la perseverancia y racionalidad» de las mujeres en estos puestos,
lo que no impide que «sepan cuando ponerse firmes y abroncar cuando deben
hacerlo».
Junto a la dirección, en las jerarquías medias
también es notable la presencia femenina. En realidad, aunque no hacen el
trabajo difícil, a pie de obra hay entre un veinte y un treinta por ciento
de mujeres, ingenieras de caminos y topógrafas sobre todo. Los porcentajes
se reducen a medida que se desciende en el escalafón.
Además,
un fenómeno similar ocurre con la nacionalidad de los trabajadores, pues
los puestos de mayor cualificación están integrados por españoles,
mientras los obreros son en su mayor parte extranjeros. La causa, similar
a la señalada con la demanda de empleo femenina, pues «el mayor poder
adquisitivo de los españoles» desde hace unos años ha hecho que busquen
otros trabajos «más prestigiosos»», señala uno de los responsables de
Dragados, quien afirma que esta tendencia también afecta a otros trabajos.
Trabajo en familia. Según han podido constatar los responsables de la
remodelación de la vía, muchos trabajadores de la M – 30 consiguieron su
puesto de trabajo gracias a la mediación de conocidos. No en vano, las
mujeres que están empleadas en la obra consiguieron su empleo porque
fueron avisadas por amigos que les recomendaban un trabajo que estaba bien
remunerado y con exigencias asequibles.
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