Abdul, primer refugiado sirio menor de edad en España: «Decidí escapar del Estado Islámico porque si no me acabarían convirtiendo»

El joven, que ahora tiene 24 años, relatará su historia este viernes en A Coruña en el congreso Lo que de verdad importa

La Voz de Galicia, CATERINA DEVESA, 08-03-2024

alió de su país con solo 14 años y tras cuatro meses secuestrado por el Estado Islámico (EI), —«para mí no son estado ni son islámicos»—, indica Abdul, que se convirtió en el primer menor refugiado sirio de España. Este viernes contará su historia en A Coruña en el congreso Lo que de verdad importa.

Cada vez que repasa el sufrimiento que vivió piensa en lanzar un mensaje. «Gestiono mis emociones para que los jóvenes sean conscientes de que no todos tienen sus oportunidades», indica Abdul, de 24 años. Su pesadilla empezó cuando estalló la guerra en su país. «Con 12 vi como mataban a mi mejor amigo delante de mí», señala. Así, el miedo y el horror se instalaron en su día a día. «Tengo un hermano y cuatro hermanas. Yo soy el tercero. Mi padre lo pasó muy mal porque él intentaba traer comida a casa y no podía porque no había nada. Ni pan ni leche, ni siquiera pañales», indica Abdul. «Lo que yo pasé lo sufren ahora otros niños en Gaza. El estar sin luz, sin agua, sin medicamentos, sin nada… Por eso, quiero ayudar. Me da igual que sea en Palestina, en Israel, en Ucrania, que sean judíos, musulmanes.. Un niño es un niño y debemos protegerlos».

Sobre su secuestro, Abdul explica que ocurrió cuando regresaba con sus compañeros y un profesor de realizar unas pruebas para ir a la universidad y estudiar teatro, ya que su sueño es ser actor. «Los soldados del ISIS entraron en el bus y separaron a los niños de las niñas», explica. Los terroristas ejecutaron a su profesor delante de ellos y se llevaron a los varones. «Estuve encerrado en una celda mucho tiempo. Para comer nos daban un plato para cuatro personas. Ahí tienes que decidir qué hacer porque si tú comes más, dejas a tu compañero con hambre. En nuestro caso todos decidimos dividir las raciones por igual», señala.

«Nos fuimos 13 de 148»

Precisamente, fue entre compañeros cómo se fraguó la huida. «Fue como en una película porque tuvimos que armar un plan. El objetivo del ISIS era lavarnos el cerebro para convertirnos en soldados, pero en mi familia la religión siempre ha sido paz, no matar ni violar. Eso me decía mi abuelo. Por eso, desde el inicio tuve claro que tenía que escapar, ya que si no acabaría convirtiéndome sí o sí», explica Abdul, que remarca que cuando se produce un atentado y se alude a la religión «eso no tiene nada que ver». «Te ofrecen dinero, mujeres, armas… Te convencen de que vas a ser como un capitán con súbditos y cuando eres un niño y te han separado de tu familia, es fácil».

Con el plan de huida armado, él y sus compañeros esperaron a que llegase una oportunidad. «Estábamos encerrados en una escuela que habían convertido en cárcel y había un muro de unos dos metros. Cuando pudimos, decidimos irnos, pero uno de los chicos era muy bajito y no podía treparlo. Nos dijo que él se quedaba para vigilar y protegernos en el caso de que se diesen cuenta de que nos íbamos, pero le dijimos que no y entre todos le ayudamos a pasar el muro. Nos fuimos 13 de 148», dice. Al atravesar esa barrera, sin saber dónde estaban, los chavales corrieron hacia un locutorio. «Llamé a mi madre, pero se desmayó. Cogió el teléfono una de mis hermanas, embrazada, y tampoco podía hablar del shock y se puso mi cuñada. Estaban en Turquía». En ese país se reunió con sus progenitores, pero junto a su hermana, su cuñado y su sobrino, siguieron el camino hacia España, donde residía su hermano, con el que se reencontró en el 2015. Para ello cruzó 4.000 kilómetros y 10 países. «Ya en España decidí salir en todos los medios porque quería traer a mis padres mediante la reagrupación familiar y una vez eres mayor de edad es más complicado», indica.

Sobre cómo ha cambiado su vida, recuerda una anécdota. «En el colegio un compañero estaba muy mal. Me dijo que sus padres le habían quitado el móvil. Le dije: “A mi me separaron de los míos”. Se sentó a mi lado y me dijo: “Cuéntame”. El mensaje llega», dice. Sobre si tiene miedo, dice que ahora no: «Mi temor es que lo que yo sufrí lo sigan sufriendo otros». Por eso, aunque mantiene su sueño de ser actor, dice que lo que más le importa es «ayudar a los niños»

Mamás en acción y una empresa de limpieza de mares completan las ponencias
De izquierda a derecha: Felipa Jove, presidenta de la Fundación María José Jove; Julen Rodríguez, Ceo de Gravity Waves; Majo Gimeno; fundadora de Mamás en Acción y María Franco, directora general de la fundación Lo que de verdad importaDe izquierda a derecha: Felipa Jove, presidenta de la Fundación María José Jove; Julen Rodríguez, Ceo de Gravity Waves; Majo Gimeno; fundadora de Mamás en Acción y María Franco, directora general de la fundación Lo que de verdad importa Marcos Miguez
«Tratamos de llegar al corazón de los jóvenes con historias que les inspiren y les emocionen», apuntó Felipa Jove, presidenta de la Fundación María José Jove en la presentación de la novena edición de Lo que de verdad importa, que tendrá lugar este viernes en la ciudad herculina. Junto a ella estuvo en el acto María Franco, directora general de la entidad que lleva el nombre del congreso. «Son ya 15 años colgando el cartel de lleno en A Coruña. Nos seguimos poniendo nerviosas porque tenemos la responsabilidad de que los jóvenes gallegos escuchen cada año historias de solidaridad y empatía que les permitan conocer lo que ocurre en el mundo actual».

En esta nueva cita, además de Abdul, expondrán sus casos Julen Rodríguez y Majo Gimeno. Rodríguez fundó junto a su hermana la start-up Gravity Wave, centrada en la conservación de los mares. La empresa cuenta ya con una red de más de 4.000 «pescadores de plástico» repartidos por distintos puertos del Mediterráneo y ya cuentan con un proyecto en Marín.

En el caso de Gimeno, fundó en el 2013 la oenegé Mamás en Acción tras encontrarse en un hospital a un niño de dos años solo. Desde entonces, la entidad ha crecido y cuenta con más de 3.000 voluntarios. «Hemos demostrado que cuidar es tan importante como curar y que a veces el amor llega donde la medicina no», indicó en referencia a un estudio del Hospital La Fe de Valencia, donde empezó la iniciativa, que demostró la mejoría de los menores acompañados frente a los que no lo están.

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