Miriam del Río, periodista especializada en turismo dark o turismo oscuro

Tolosa «Visitar lugares asociados a la muerte también es conocer historia y cultura»

La periodista especializada en turismo dark o turismo oscuro, Miriam del Río, participa este viernes en las Jornadas Amalur (Topic, 19.00), para llevarnos a lugares históricos relacionados con hechos trágicos

Diario Vasco, Juanma Goñi Sagarzazu Tolosa, 08-03-2024

La periodista y guía de viajes Miriam del Rio participará este viernes en las Jornadas Amalur del CIT (Topic, 19.00 horas), para hablar del ‘turismo dark’ o turismo oscuro, un tipo de viaje que cada vez cuenta con más adeptos, y sobre la que la conferenciante es toda una experta, con dos libros ya escritos.

–Le confieso que he tenido que mirar en internet para saber qué era esto del ‘turismo dark’. ¿Se trata de un fenómeno reciente?

–Sí, es un término relativamente nuevo. Lo inventaron en los años noventa dos investigadores escoceses, que se dieron cuenta de que existía un foco de atracción alrededor de todos aquellos lugares que estaban relacionados, de alguna u otra manera, con la muerte. Se dieron cuenta de que había mucha gente interesada en conocer toda la historia que había alrededor de un lugar donde habían sucedido catástrofes, masacres, algún exterminio o hecho trágico…De esta manera, la gente iba un poco en peregrinación a conocer estos lugares y comprobar lo que realmente había sucedido.

–Entiendo que antes de la invención del término en sí mismo, ya existía este fenómeno, aunque no tuviera aún nombre…

–Claro. En realidad, este fenómeno ya existía desde hace muchísimo. Los ajusticionamientos de los cristianos, en los antiguos circos, o los ahorcamientos en la época medieval, por ejemplo, eran exponentes de ‘turismo dark’, aunque el término todavía no se había acuñado.

–¿No tiene un poco de masoquismo viajar para conocer lugares asociados, de una u otra manera, al dolor?

–Desde mi perspectiva, no es masoquismo. Estar tirada en una playa sin hacer nada durante dos semanas me parece bien, pero necesitaría combinarlo con otra cosa. Las vacaciones del ‘todo incluido’ se me quedan muy cortas. La visita a lugares donde han sucedido hechos históricos o culturales me resulta muy interesante. Es, de esta manera, como desconecto de mi realidad, conociendo otra realidad muy distinta. Y para mí resultan jornadas de conocimiento cultural. No tiene ningún tipo de masoquismo porque yo estoy muy interesada. La parte de investigación es muy básica, es intrínseca a lo que yo busco, por eso estos lugares siempre pueden aportar cosas, de una manera u otra.

–¿Y la perspectiva ética? Hay que ser muy riguroso al acercarse a estos lugares, supongo…

–El turismo dark es totalmente ético si se practica de la manera correcta. También es verdad que hay mucho descerebrado, cuya única intención de ir a estos lugares es sacarse la foto y subirla a las redes sociales. Esta actitud es la que da mala prensa, pero si se practica de manera correcta, no hay ni asomo de masoquismo. Somos personas interesadas en conocer la historia.

–¿Existen unas normas básicas de sentido común a la hora de visitar estas zonas?

–Está claro que este tipo de turismo tiene que regirse conforme a unas normas. Tienes que tener un cierto comportamiento. Tú no puedes visitar, por ejemplo, un campo de concentración –que sería una de las tipologías de lo que es el turismo oscuro–, banalizándolo, sin tener en cuenta qué es lo que sucedió allí, gritando, hablando por teléfono, incluso criticando el lugar. Hay que tener respeto y educación.

–Defiende, por tanto, que el valor cultural e histórico de estos lugares está muy por encima de los aspectos digamos macabros o morbosos…

–Por supuesto, así es, claramente. Hemos de ver esta parte de la muerte, no como algo tétrico o macabro, sino desde una perspectiva histórica y cultural. Porque, ahora cada vez más, por ejemplo, se organizan visitas culturales a los cementerios. Es una de las tipologías del turismo dark…

–Es que hay cementerios realmente bellos e interesantes…

–Claro, claro. Hay mucho patrimonio artístico, espiritual y arquitectónico. Hay unas obras de arte increíbles en los cementerios, que han sido denostadas durante mucho tiempo por lo que suponía acercarse a un camposanto. Estamos intentando revertir esta consideración y dar a entender que estos lugares, que siempre se han asociado con hechos tristes, también son lugares en los que podemos aprender. A través de la muerte, se puede aprender de la vida. Podemos leer un epitafio. Podemos ver qué tipo de material se utilizó. Podemos saber muchas cosas de la familia de la persona que está enterrada. De quién fue, a qué se dedicó … En muchas ocasiones, los mausoleos, las criptas, son exaltaciones de las personas que fueron en vida, y podemos conocerlas. Por eso son lugares tremendamente interesantes.

–¿Podría poner ejemplos de lugares de turismo dark que sean de visita obligada en España?

–Hay muchísimos. Desde cementerios, prisiones, Belchite y sus restos de la guerra civil en Zaragoza; el pueblo de las brujas de Zugarramurdi, donde podemos recrear los juicios sumarísimos de La Inquisición; museos de carrozas fúnebres; la celda de las emparedadas en Astorga, donde muchas mujeres se encerraban para dedicar la vida a la castidad y a la oración; anfiteatros anatómicos, como el del Raval, donde se hacían disecciones humanas en aras de la ciencia… Estamos viendo también que, alrededor de la muerte, no sólo hay hechos trágicos.

–¿Existe la posibilidad de que el turista recree por sí mismo las situaciones trágicas de los lugares que visita?

–Sí. En mi libro ‘Turismo Dark 2’ añadí una nueva modalidad, la de experiencias extremas, que elevan lo que es el turismo oscuro a la categoría de turismo experiencial. Es decir, que tú puedes ser el protagonista de la historia que has ido a conocer. Por ejemplo, la caminata nocturna del migrante, en Mexico, donde tú puedes hacerte pasar por emigrante sin serlo.

–¡No me lo puedo creer! ¿En serio?, ¿cómo lo hacen? ¿No es inmoral?

– En absoluto me parece que sea algo necesario, no lo defiendo, pero tiene muchísimo éxito entre mexicanos de clase alta, o entre canadienses y norteamericanos. El participante recrea la angustia del migrante: le persigue la ‘policía’, tiene que correr por la noche… Lo curioso es que esta actividad ha obtenido un reconocimiento internacional por su contribución a la concienciación de lo que ocurre a aquellas personas que van tras el sueño americano. Busca sensibilizar a los participantes, pero claro está, estos no viven ni una ínfima parte de lo que padecen los verdaderos migrantes.

–¿Algún otro ejemplo que haya conocido en sus viajes?

–Hay muchos. Uno de ellos sería el templo de las ratas, en la India, donde hay 20.000 ratas que se veneran como deidades; tienes que tener mucho cuidado en no pisarlas. Otro sería una cueva de difícil acceso en Belice. Tienes que bucear y trepar para llegar al destino, pero merece la pena porque llegas a un lugar mágico, donde los antiguos mayas llevaban a cabo sacrificios.

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