Riada de cayucos

El País, 19-08-2006

Con la llegada de 200 indocumentados de media por día y la previsión de que la riada de cayucos aumente de aquí a octubre debido a la bonanza climatológica, bien se puede estar de acuerdo con el presidente de Canarias, Adán Martín, de que las medidas del Gobierno y las de la Unión Europea resultan insuficientes. Las de la UE no sólo están tardando más de la cuenta, sino que, además, son de una parquedad hartamente significativa, lo cual ilustra una vez más las dificultades para desarrollar una política común de inmigración y la insensibilidad y ceguera de los Veinticinco sobre un problema de dimensiones enormes.

El presidente Zapatero ha aprovechado sus vacaciones en Lanzarote para agradecer la solidaridad de los canarios con los inmigrantes irregulares que llegan al archipiélago. Poco tranquilizan sus palabras, sobre todo tras la continua avalancha que se ha registrado en julio y ahora en agosto. Los centros de acogida de refugiados están casi al límite. Se han tenido que habilitar temporalmente instalaciones militares en desuso.En lo que va de año han llegado a España por mar unos 20.000 sin papeles. Sólo en Canarias se ha triplicado la cifra – casi 17.000 – debido a los cambios de ruta vía Mauritania después de la mayor vigilancia que ejerce Marruecos.

El problema de la inmigración clandestina no se resuelve, evidentemente, con sólo acciones de control, pues exige a la larga políticas de ayuda al desarrollo y de incentivos comerciales al Tercer Mundo y de cooperación global esbozadas en la reciente conferencia euroafricana. No hay soluciones a corto ni a medio plazo. Y de haberlas, no se resuelve con parches europeos o actuaciones voluntaristas del Gobierno español. En lo que respecta a este último, debe empezar a replantearse la revisión de la normativa sobre la dispersión de indocumentados que abandonan los centros de internamiento y echar el resto para lograr convenios de repatriación de irregulares, sobre todo con países como Senegal, de donde proceden gran parte de los que llegan. En lo que concierne a la ayuda europea, la cosa es preocupante. El compromiso acordado en la última cumbre comunitaria hablaba de la participación de una decena de países en la vigilancia marítima y aérea. Los efectivos se espera que por fin lleguen la semana que viene, pero, eso sí, en menor cuantía de los prometidos: dos barcos de Italia y Portugal y un avión italiano y otro finlandés.

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