Sally Hayden: "La UE paga a señores de la guerra para frenar la migración"

La periodista irlandesa especializada en África publica 'Cuando lo intenté por cuarta vez, nos ahogamos', una profunda investigación sobre los abusos que se cometen en los centros de detención de Libia

La Vanguardia, GINA TOSAS, 12-02-2024

Sally Hayden (Dublín, 1989) ha dado voz a cientos de refugiados que estaban encerrados en los centros de detención de Libia en su libro Cuando lo intenté por cuarta vez, nos ahogamos (Capitán Swing), galardonado con el Premio Orwell de literatura política de 2022. La periodista irlandesa especializada en migración describe un sistema repleto de abusos, del que la Unión Europea es partícipe, en su esfuerzo por frenar la llegada de personas a Europa.

¿Qué consecuencias ha tenido que la UE se comprometiera en el 2017 a pagar 100 millones de euros a la guardia costera libia para controlar las embarcaciones con refugiados?

Mi libro se ha utilizado como prueba en una denuncia presentada ante el Tribunal Penal Internacional para que altos cargos europeos sean investigados por crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra. Muchos europeos no se dan cuenta de que la UE está tan involucrada y piensan que su papel es más bien de inacción, cuando en realidad estamos desempeñando un papel muy activo al enviar gente a estos centros de detención y bajo estas condiciones.

¿Qué condiciones?

Todo tipo de abusos: hambre, negligencia médica, tortura, violencia sexual, muerte de personas y asesinatos.

En los centros de detención de refugiados de Libia se cometen todo tipo de abusos
Y un cuantioso sistema de extorsión, explica usted en el libro.

Los refugiados llegan a Libia y allí les retienen y torturan para pedir un rescate. Y piensan que están pagando para poder llegar a Europa, pero en realidad están pagando sólo para que no los maten. Meron Estefanos, periodista eritrea, calculaba hace más de dos años que los traficantes podían haber ganado mil millones de dólares. He hablado con personas que pagaron 5.000 dólares y otras que hasta 30.000. Algunas incluso pagaron varias veces, por cada contrabandista al que habían sido vendidas.

Usted ha dicho que la UE está eludiendo el derecho internacional. ¿En qué sentido?

Un barco europeo no puede devolver a personas a Libia porque allí sus vidas corren peligro, pero un barco libio sí lo puede hacer. La UE ha estado vigilando el Mediterráneo con sus drones, helicópteros y aviones para detectar barcos de refugiados, y luego dar esa información a la Guardia Costera de Libia. También ha apoyado a los guardacostas libios con equipos y entrenamiento para que intercepten y obliguen a la gente a regresar a Libia. Como resultado, desde el 2017, casi 130.000 personas han sido devueltas a este país a través de este sistema.

Ahora la UE y España financiarán a Mauritania para que frene los cayucos que llegan a Canarias. ¿Cómo afectará la medida?

La UE gasta enormes sumas de dinero para tratar de impedir que la gente llegue a Europa, pero las gasta de maneras que apuntalan sistemas que oprimen aún más a la gente. Aumentan la securitización y apuntalan a milicias, señores de la guerra o dictadores. Y eso termina desestabilizando aún más la situación porque oprime aún más a la gente y aumenta las razones que les obliga a huir. Es importante que se examine cómo se gasta el dinero.

Tratar de detener la migración a toda costa puede envalentonar a grupos que luego comienzan una guerra
¿Sudán es un ejemplo?

Sí, en Sudán se dijo que las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) se habían visto reforzadas por la financiación antiinmigración de la UE para proteger la frontera con Libia e impedir que la gente migrara. Y ahora las FAR han ido a la guerra y más de siete millones de personas están desplazadas, más de un millón de ellas, fuera de la frontera. En Túnez, en agosto, conocí a personas que venían de Darfur y me dijeron que se estaba produciendo un nuevo genocidio, que las FAR estaban matando gente, violando a mujeres y quemando aldeas. Este es un ejemplo de cómo tratar de detener la migración a toda costa puede envalentonar a grupos que luego comienzan una guerra.

¿Qué opinión tiene del Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo de la UE?

Vivimos una crisis de desigualdad global. Nos encontramos en una situación en la que una enorme población del mundo no tiene forma de viajar legalmente. No puede subir a los aviones ni acceder a visados. Y eso no va a desaparecer con un endurecimiento de las fronteras. Gran parte de la retórica política se ha alejado mucho de las consecuencias humanas reales de estas políticas. Las voces de las personas afectadas no se escuchan.

¿Tiene esperanzas en las próximas elecciones europeas?

He hablado con muchos políticos europeos. Me dicen que están preocupados por un giro hacia la extrema derecha y que deben ser duros con la inmigración para contrarrestarlo. Y yo me pregunto: ¿No se convierte uno en extrema derecha al decir que es necesario adoptar políticas de extrema derecha para contrarrestar a la extrema derecha?

Mis fuentes de la ONU sentían que los estaban utilizando para blanquear la política de la UE en Libia
En su libro también critica el papel de las agencias de la ONU.

Muchas de mis fuentes que trabajaban para la ONU sentían que los estaban utilizando para blanquear la política de la UE en Libia. No se les permitía criticar a la UE. El mismo fondo que financiaba a la Guardia Costera libia también financiaba a ACNUR y la OIM. Los funcionarios europeos decían que trataban de mejorar la situación en los centros de detención apoyando a la ONU para que trabajase allí. Mientras, en su impulso para obtener financiación, la ONU maquillaba la situación dentro de los centros.

¿Sigue en contacto con los refugiados?

Muchas de las personas que contactaron conmigo han llegado a Europa y les he conocido. Suelen tener trabajos, están aprendiendo idiomas, tuvieron bebés, se casaron… finalmente pueden seguir adelante con sus vidas. Pero hay otras que todavía siguen en Libia y lo están pasando mal, aunque ya no están en los centros. Con otros perdí el contacto y sospecho que no están bien. Es lo triste de estas rutas migratorias: si alguien muere, no queda registrado, nunca se lo dirán a sus familias. La vida pierde tanto valor. Es horrible.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)