«Me van a subir el sueldo, pero sigue siendo insuficiente para vivir aquí»

Diario Vasco, Pilar Aranguren, 22-01-2024

Ella es una de las que respira tranquila porque sus empleadores ya le han avisado que le van a actualizar el sueldo este mes acorde con la subida del Salario Mínimo Interprofesional. Su contrato es de cuarenta horas semanales y pasará de cobrar 1.080 euros a los 1.134 que corresponde este año. «En cuanto anunciaron la subida me lo comunicaron. Trabajo con unos señores mayores que son muy buenas personas», destaca Cándida Rivas, que lleva trabajando cinco años en Donostia como empleada de hogar externa.

Con todo, esta nicaragüense de 57 años, que agradece el alza del SMI, indica que «sigue siendo insuficiente para poder vivir aquí. No ayuda a superar la situación de vulnerabilidad en la que vivimos». Apunta que con esa cantidad resulta imposible poder acceder a un piso de alquiler, ni siquiera juntándose con otras compañeras, con lo que están abocadas a alquilar una habitación subarrendada, que se lleva 600 euros; es decir, más de la mitad del sueldo.

«El problema de la vivienda es un drama, ya que para alquilar un piso te piden un sueldo mínimo de 1.800 o 2.000 euros. Ni siquiera juntándonos tres personas podemos porque nadie te lo alquila, así que solo nos queda la opción de que nos subarrienden una habitación», se lamenta. Es más, denuncia el «negocio que hacen algunas personas, que alquilan varios pisos para subarrendarlos. Chupan la sangre a los trabajadores», remarca.

Una situación que padecen, añade, «miles de mujeres que trabajamos en este sector cuidando menores o personas mayores y dependientes». Explica que sufren una doble discriminación. «Si ya somos discriminadas por ser migrantes, latinoamericanas… ahora lo somos porque no tenemos suficientes ingresos para acceder a una vivienda digna».

A Cándida, como a otras muchas empleadas de hogar, no les queda otro remedio que pluriemplearse y trabajar de lunes a domingos –de lunes a viernes en un domicilio y sábados y domingos en otro– para poder tener un sueldo con el que poder hacer frente a sus gastos. Y es que «difícilmente se puede vivir con 1.134 euros», remarca. «Al coste del alquiler, hay que sumarle la tarjeta del bus, la electricidad, la comida…». Y tiene un hijo en la universidad en Nicaragua al que le envía dinero para costearle los estudios. «Venimos a trabajar, pero no se puede normalizar que sea de lunes a domingo».

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