"Paso por aquí desde hace 40 años y siempre paro en Biriatu; es una tradición"

La muga y el área de descanso de oiartzun reflejaron ayer el intenso tránsito de magrebíes

Diario de noticias de Gipuzkoa, 16-08-2006

La muga y el área de descanso de oiartzun reflejaron ayer el intenso tránsito de magrebíes

Sara, Ali y Samir, ayer, en el área de descanso de Oiartzun.Foto: iker azurmendi


irun. El paso de Biriatu no es un paraje que, a primera vista, invite a detenerse. Coches, camiones y un aparatoso edificio fronterizo en desuso sobre una gran plataforma de asfalto reciben al forastero. Y, sin embargo, es un simbólico lugar donde se detienen miles de conductores para hacer un paréntesis en su tránsito entre el sur y el norte de Europa. Allí precisamente se detuvo ayer Hanali Aziz junto a su padre en su largo camino entre la ciudad de Brest, situada en la bretaña francesa y Casablanca (Marruecos). Salieron alrededor de las 6.00 horas de la localidad gala y en torno a las 15.00 horas descansaban en Biriatu.

“Paso por aquí desde hace cuarenta años y siempre paro en la frontera; es como una tradición”, detalla el padre de Hanali.

A pocos kilómetros de allí, en el área de descanso de Oiartzun, los surtidores de gasolina no daban abasto ante el incesante tránsito de vehículos, muchos de ellos conducidos por ciudadanos magrebíes. Ali y sus hijos Sarah y Samir se detuvieron en este punto para comer en su cadencioso viaje de vuelta a Bruselas tras abandonar Marruecos, después de disfrutar de tres semanas de vacaciones en el país norteafricano.

“Siempre hacemos el mismo trayecto, aunque no siempre paramos aquí. Salimos de viaje ayer a las 14.00 horas; hemos dormido en las afueras de Madrid y, si no me encuentro en condiciones de conducir de una tirada hasta Bélgica, haremos noche cerca de Burdeos”, explica Ali, ante la atenta mirada de su hija, quien exhibía los inconfundibles tatuajes de henna, propios de los países asiáticos y del norte de África.

En este mismo punto, otro viajero magrebí, Ouatman, reponía fuerzas junto al resto de su familia en su largo desplazamiento entre la capital marroquí, Rabat, y la ciudad francesa de Orléans, enclavada en el centro del país galo.

“Siempre paramos en esta zona después de visitar en Marruecos a la familia. Hay que descansar porque tenemos más de 2.400 kilómetros de trayecto entre Rabat y Orléans” señala Ouatman. >a.a.

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