Debate británico sobre la inmigración

ABC, 16-08-2006

AYER, el ministro del Interior británico, John Reid, comunicó la decisión de reducir el nivel de amenaza que sufría la seguridad nacional del Reino Unido. Sin bajar la guardia ante la posibilidad de un nuevo ataque terrorista masivo por parte células vinculadas a Al Qaida, las autoridades han aliviado las restricciones que padecían los vuelos en los aeropuertos británicos. De hecho, el cambio en el nivel de alerta – de crítico a severo – permitirá al pasaje llevar equipaje de mano, aunque algunas restricciones permanecerán. Así, el Reino Unido va recuperando su normalidad después de que se produjera la operación antiterrorista del 10 de agosto.

Occidente ha estado muy cerca de sufrir otro golpe brutal por parte del totalitarismo islamista. Esta vez contra uno de los ejes fundamentales sobre los que sostiene su vivencia más cotidiana: el tráfico aéreo trasatlántico. Las sociedades abiertas no pueden relajar la percepción real de la gravedad que reviste la amenaza islamista. Al Qaida nos conoce muy bien y sabe dónde y cómo puede golpearnos. Trata de socavar nuestra seguridad física, por supuesto, pero también la seguridad que tenemos en nosotros mismos: en lo que pensamos y creemos. En este sentido, el debate abierto en el Reino Unido sobre su modelo de interculturalidad es un reflejo de lo que aquí se apunta ya que los británicos polemizan – por primera vez en siglos – sobre si debe preservarse o no su modelo de tolerancia religiosa y cultural a la vista de la amenaza que viven.

Hasta ahora se consideraba una fórmula impecable de integración social para los inmigrantes. El respeto de la legalidad era perfectamente compatible con la observancia de un pluralismo tolerante que asumía sin grandes objeciones la singularidad religiosa o cultural. Sin embargo, la investigación de los atentados del 7 – J y, ahora, el descubrimiento de la identidad de los detenidos tras la operación antiterrorista de la semana pasada ha revelado datos inquietantes para la continuidad del modelo. Sobre todo porque los terroristas, además de provenir de entornos sociales plenamente integrados, revisten los rasgos que identifican a ciudadanos británicos modélicos. Estos hechos confirman lo que revelaban las encuestas desde hace tiempo: que la mayoría de los hijos de inmigrantes musulmanes que viven en el Reino Unido son más radicales en sus planteamientos islámicos que sus padres. Entonces, ¿qué está pasando? ¿Falla el modelo o los fallos están en otro sitio? El debate que está detrás de esta pregunta nos afecta a todos los europeos – también por supuesto a los españoles – . De cómo sepamos afrontar la integración de los inmigrantes dependerán muchas cosas. La primera, sin duda, es la seguridad. Pero asociada a ella está otra más importante aún: la supervivencia de nuestro modelo de libertad.

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