Mientras siguen llegando cayucos por el sur a Canarias de forma incesante – el presidente Adán Martín considera que las islas están ante una «situación límite» – , las fronteras del Norte también son un coladero para la inmigración ilegal. Aunque las imágenes de las pateras y los cayucos sean más espectaculares por la miseria de quienes llegan por estas vías, los expertos siempre han advertido que las mayores avalanchas de sin papeles se producen por los aeropuertos. La inmigración ilegal accede a nuestro país mayoritariamente con visado de turista y algunas veces incluso sin él. EL MUNDO publica hoy un ejemplo de cómo la presión migratoria aprovecha cualquier resquicio para colarse y de cómo las autoridades no son capaces – por ineficacia, por dejadez o por ambas cosas – de hacer frente al enorme desafío que supone este fenómeno. Aunque pueda parecer extraño, miles de inmigrantes se están introduciendo en España a través del aeropuerto de Gerona, que a pesar de recibir una media de 12.000 pasajeros diarios que pueden ser 18.000 en fin de semana, únicamente dispone de dos policías que se encargan del control de pasaportes. En muchos, casos, los extranjeros entran legalmente como turistas y después se quedan de forma irregular, pero también los hay que pasan los controles sin tener la documentación en regla, porque los policías, sencillamente, no dan abasto. Inexplicablemente, el aeropuerto no cuenta con sala de retornados, y aunque los policías han denunciado la precariedad de medios que ha convertido Gerona en un coladero de sin papeles, sus advertencias han caído en saco roto. Va siendo hora de que el Gobierno se tome en serio el imprescindible control de nuestras fronteras, máxime cuando está sobre aviso gracias a los agentes que las custodian.