Un estudio desmiente que los inmigrantes sean culpables de la degradación urbana de Alicante
El profesor Gómez Gil acusa al Ayuntamiento de consentir el deterioro del casco histórico
El País, 14-08-2006ampliar
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En la ciudad de Alicante, donde ya viven 38.432 extranjeros empadronados, el fenómeno de la inmigración ha suscitado opiniones enfrentadas y a menudo polémicas. Sobre todo desde que concejales del PP señalaron a los extranjeros como responsables del deterioro de la convivencia. Un estudio de Carlos Gómez Gil, profesor de la Universidad de Alicante y director del observatorio local de la inmigración, sostiene que la población extranjera es una perjudicada más de la degradación del centro histórico consentida por el Ayuntamiento en favor de intereses especulativos.
Alicante es la provincia con mayor porcentaje de población extranjera, un 18,5%, diez puntos y medio por encima de la media española, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, que se refieren al ejercicio 2005. Su capital comenzó a ejercer de tierra de acogida años antes del boom migratorio de la última década, definido por el profesor Gómez Gil como “el acontecimiento demográfico más relevante desde la segunda mitad del siglo XX”. Por ello, de acuerdo con el informe, las tendencias que se observan en esta localidad pueden anticipar algunos de los rasgos que definirán la evolución del fenómeno en otras ciudades de España.
Una de las consecuencias más visibles de la afluencia de inmigrantes ha sido, de acuerdo con el estudio, la transformación del medio urbano. Los barrios alicantinos “son escenario del crecimiento de la diversidad generada por la inmigración, generándose nuevas formas de convivencia y sociabilidad, pero apareciendo también poderosas dinámicas de exclusión y segregación”. Gómez Gil incide en que los extranjeros han ido ocupando predominantemente “el centro histórico degradado, así como los barrios pobres y desestructurados, las áreas obreras y más marginales, carentes de las adecuadas infraestructuras y servicios”. Sus viviendas son las más antiguas, deterioradas y obsoletas de la ciudad. Los inmigrantes, en definitiva, no se distribuyen de forma homogénea por los barrios.
Menos población autóctona
El análisis de Gómez Gil arroja datos significativos sobre el reparto geográfico de la población inmigrante. En 21 de los 42 barrios de la ciudad se ha producido una progresiva pérdida de la población autóctona. Estos barrios, los más tradicionales, céntricos y populares del municipio, en 1997 tenían 176.288 habitantes españoles y en 1997 ya sólo albergan a 157.666. Mientras, la población española se ha incrementado en un 38% (de 81.270 vecinos a 112.312) en otros 15 barrios, que disponen de un parque de viviendas más nuevo y dotado de mejores servicios.
La transformación ha sido aún mayor si se tiene en cuenta que, hasta ahora, los barrios con mayor porcentaje de extranjeros eran los de las playas (Albufereta, Sant Joan y Cabo Huertas), elegidos mayoritariamente por los residentes europeos comunitarios. Ahora, zonas que apenas tenían extranjeros en 1997, reúnen porcentajes elevados de población inmigrante. Es el caso de Juan XXIII (18%), Carolinas Bajas (19%), Virgen del Remedio (22%), Nou Alacant (23%), Casco Antiguo (24%) y Colonia Requena, que alcanza el 35%. Los núcleos de playa mantienen un porcentaje de extranjeros situado entre el 11% y el 16%. A raíz de estos datos, Gómez Gil proclama que los “denostados” inmigrantes han evitado que el vaciamiento de los barrios tradicionales “haya sido aún más dramático”, ya que han servido de “colchón” para amortiguar el despoblamiento.
El deterioro de estas zonas de la capital de l’Alacantí tiene, de acuerdo con el director del observatorio local de la inmigración, “unas consecuencias demoledoras para la construcción de una ciudad equilibrada”, dado que se está consolidando un mapa urbano “fragmentado, segmentado por clases sociales, etnias y comunidades”. Los barrios tradicionales están “cada vez más abandonados y deteriorados”, por lo que los vecinos que pueden marcharse huyen hacia otros sectores con mejores infraestructuras y equipamientos. Este proceso, según Gómez Gil, “ha sido alimentado por algunas instituciones”, El autor denuncia que el Ayuntamiento ha dejado “en manos del mercado las dinámicas urbanas de la ciudad”, que crece “al criterio de los grupos especuladores”, y no ha puesto en marcha “políticas sociales y de vivienda” que lo impidan. “Por si fuera poco”, añade el profesor, “se ha alimentado un imaginario colectivo en el que se ha tratado de convertir a los inmigrantes en responsables del deterioro de los barrios, cuando son precisamente el factor que está evitando su colapso demográfico y económico”. En su opinión, si no se pone en marcha con urgencia un programa de renovación para los 21 barrios céntricos Alicante sufrirá un “coste muy elevado” en sus niveles de convivencia.
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