Una nueva vida en España lejos del horror de la guerra de Gaza

Diario Vasco, Pablo M. Díez, 04-12-2023

Para el hermano de Martín Awour, uno de los hispanopalestinos repatriados desde Gaza, la tregua recién concluida entre Israel y Hamás llegó tarde. En la semana que transcurrió entre su traslado a España y el alto el fuego para el canje de rehenes de Hamás por presos palestinos, un bombardeo hebreo lo mató. «Nuestro barrio ha sido destruido. Mi padre no deja de llorar», se lamenta Martín. Su sonrisa por escapar del conflicto con su esposa, sus cuatros hijos y su padre se le borró al poco de llegar a Asturias, donde ha sido alojado en un centro de discapacitados a las afueras de Oviedo mientras las autoridades le buscan piso.

Con mucha incertidumbre, los hispanopalestinos evacuados de Gaza gracias a su pasaporte español intentan rehacer sus vidas. Repartidos entre Extremadura, País Vasco y Asturias o alojados con sus familiares en España, en total son 170, de los que la mitad tienen el pasaporte nacional y el resto son sus parientes más cercanos.

Lejos de la guerra, se debaten entre el alivio por haber salido de Gaza y la angustia por los familiares y amigos que dejaron atrás. «He perdido a dos sobrinos que no tenían nada que ver con Hamás», explica con pena Salah Awad el Sousi, un doctor en Farmacia que se formó y vivió en España entre 1969 y 1994 y hace de coordinador de la comunidad hispanopalestina.

De forma temporal está alojado con el grupo más numeroso de repatriados –57 personas– en un albergue de la Cruz Roja en Badajoz. «Nos encontramos muy bien aquí, pero pendientes del resultado final del programa de asistencia y de rehacer nuestras vidas en España», cuenta el doctor El Sousi.

En su caso, los pisos que compró allí con su jubilación para sus hijos están destruidos. «Aunque yo puedo ganar algo de dinero como traductor, ojalá ellos aprendan rápidamente castellano para encontrar un empleo aquí, ya que son jóvenes y uno tiene experiencia en control de calidad de restaurantes y hoteles y el otro en la gestión administrativa de un ambulatorio», desgrana esperanzado, pero con temor al futuro.

A pesar de la tregua ya finalizada, que sabían que no iba a traer el fin de los enfrentamientos, todos ellos coinciden en que esta guerra es más sangrienta que las anteriores. «Este conflicto es distinto. Los otros eran parciales y moría muy poca gente. Pero esta guerra es una masacre total y han matado a muchísimos niños… Han destruido ciudades enteras porque bombardean durante horas. Lo hacen en mitad de la noche o después, cuando la gente está durmiendo. Caen bombas que matan a 100 personas, 50 personas, al azar. Como si fuéramos insectos», relataba antes de ser repatriado Jalal Hamdam, profesor de la Universidad Palestina de Gaza.

Los perros se comen los cadáveres
De 59 años, estudió Ciencias Experimentales en Valencia y vivió en España desde 1995 hasta 2013. Evacuado de la Franja con su esposa y dos de sus hijos, de 20 y 18 años, define estas últimas semanas como «un infierno, con bombardeos todos los días, gente muriendo y falta de comida, agua y electricidad». Desde Beit Hanun, donde vivían al norte de Gaza y «hoy solo quedan escombros», tuvieron que desplazarse al sur para cruzar a Egipto por el paso fronterizo de Rafah. Allí se cobijaron en el apartamento de un amigo durante más de 20 días hasta que pudieron salir. «Hay muchísima gente que muerta en las calles. Los perros se comen los cadáveres. Nunca habíamos llegado a esto, no lo habíamos visto ni en las películas», recuerda horrorizado Hamdam, quien tiene otros tres hijos en Valencia.

Cuando se le pregunta por los atentados de Hamás que desataron esta guerra, da la misma respuesta que la mayoría de musulmanes: «Esto no empezó el 7 de octubre, sino con la ocupación de Palestina. Vivimos muchos años encerrados. No hay comida, no hay futuro, no hay nada. La situación ha llegado a una explosión. Todos los movimientos de resistencia, todas las zonas ocupadas, tienen derecho a defenderse».

Coincide con él Khalil Harb Awadallah, enfermero jubilado de 68 años que vive en Valencia y a quien el estallido le sorprendió visitando a su familia en Gaza. «Ha sido un sufrimiento increíble porque nadie se esperaba una guerra de este tipo. Es un genocidio», criticaba indignado tras su llegada a El Cairo, desde donde los hispanopalestinos fueron trasladados a España.

Origen del conflicto
«Esto no empezó el 7 de octubre, sino con la ocupación de Palestina», dice uno de los refugiados
La mitad de los repatriados son menores de edad, que abundan en las familias palestinas. Uno de los más pequeños, Daniel, es el hijo de Hilana Abudawodud y cumplió un año bajo las bombas israelíes el día antes de la evacuación de Gaza. «No pudimos celebrarlo con nadie. Ha sido un mes muy difícil, con mucho miedo y los niños llorando todo el rato», recordaba Hilana, contenta de regresar a España.

Para Amelia Julia Sayans, madrileña casada con un palestino que lleva 40 años viviendo en Gaza, la alegría por la vuelta se veía empañada porque su marido había decidido quedarse en la Franja. «No ha querido venir. Yo puse su nombre en la lista y le dije que viniera porque la situación allí está muy mal, pero dijo que no, que tiene la esperanza de que todo regrese a la normalidad», recordaba preocupada.

Aunque coincidía con el resto en las razones de la guerra, era la única que, quizás por ser española de nacimiento, se mostraba más crítica con Hamás. «Si está luchando o creyendo que hace lo correcto, nos está haciendo mal a nosotros, a todas las personas normales del pueblo. Está destruyendo nuestras vidas», se quejaba.

Lejos de la guerra de Gaza, los hispanopalestinos repatriados intentan empezar una nueva vida en España.

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