«Mi hermana prefiere morir en su casa en Gaza, no en un refugio»
Ahmed, palestino que salió de la Franja antes de la guerra, cuenta el calvario que sufren dos de sus familiares bajo los bombardeos de Israel y la falta de suministros
Diario Vasco, , 09-11-2023Ahmed, quien oculta su nombre real por miedo, lleva 27 días sin hablar con dos de sus hermanos, que viven en Gaza. «Al menos sé que están vivos porque mi familia en Cisjordania puede llamarlos a veces a su teléfono fijo. Pero es difícil de comprobar porque las comunicaciones fallan y puede que algún día mueran», dice al otro lado del móvil desde Europa, adonde ha llegado tras pasar por Egipto. El 4 de octubre, tres días antes del brutal atentado terrorista de Hamás que se cobró 1.400 muertos y 240 secuestrados, Ahmed salió de Gaza con su madre, de 84 años, para operarla en El Cairo. Un mes después, no sabe cuándo podrán regresar.
«Mi casa está a solo 700 metros del paso fronterizo de Erez, en el norte de Gaza. Fue una de las primeras en ser destruida por Israel. En mi barrio, donde había ocho bloques con 265 apartamentos, todos han sido derribados y muchos vecinos han muerto», explica Ahmed, quien nació hace 38 años en Siria y lleva 25 viviendo en Gaza. Su historia resume el drama palestino, ya que su padre fue expulsado de Siria y «solo pudimos ir a Gaza y Cisjordania».
Con la familia desperdigada por los países árabes y Europa, Ahmed perdió a quince parientes en Siria y a otro primo en Cisjordania. «La guerra es igual en todas partes. Es el destino de los palestinos», cuenta con la resignación que enseña la desesperanza.
Ahora teme por dos de sus hermanos, que siguen en la Franja. «Mi hermano y su esposa, que tienen dos hijos de entre 19 y 17 años, han huido al sur porque su casa ha sido destruida», cuenta con voz pausada. «Pero mi hermana y su marido, que viven en el centro de Gaza junto a sus dos hijos de entre 18 años y ocho meses, se niegan a marcharse. Mi hermana prefiere quedarse a morir en su casa, no en un refugio de un colegio o un hospital», asegura comprensivo.
«Ahora mismo es muy complicado ir a los refugios en las escuelas. Me han dicho que en cada aula se cobijan ochenta personas, las mujeres, mientras los hombres se quedan fuera. Pero no hay electricidad ni agua y en los baños hay que esperar una hora. Imagínate un baño sin agua para 5.000 personas. Están llenos de mierda y hay basura por todos sitios», relata sin que la indignación le eleve la voz.
«Sabemos lo qué es huir»
Como se ha visto en los últimos bombardeos israelíes, los hospitales y escuelas ya no son seguros ni garantizan la escasa ayuda humanitaria que entra desde Egipto por el paso de Rafah. Según Ahmed, «cada familia solo recibe una comida cada dos días y, a veces, solo pan».
Bajo los mayores ataques aéreos y combates callejeros desde que estalló la guerra, el peligro también acecha a quienes se atrincheran en sus casas, unas 300.000 personas en el centro y norte de Gaza. «Cada día hay menos comida en los mercados y tiendas. Pero la gente tiene que salir a por víveres aunque moverse sea peligroso. El ejército israelí anuncia que hay un corredor humanitario para ir al sur por la carretera de Saladino, pero han visto muertos allí y la gente no se fía», desgrana Ahmed.
En su opinión, «los palestinos podemos resistir porque estamos acostumbrados a vivir así. Por si ocurre algo como esto, guardamos latas en conserva, agua e incluso pan seco, pero sólo diez días antes de que se pudra». Además, revela otro de los motivos por los que muchos gazatíes, como su hermana, se niegan a abandonar sus casas como les ordena Israel: «El 70% de la población de Gaza somos refugiados. Sabemos lo qué es huir. Si nos vamos esta vez, no veremos nuestros hogares nunca más».
Por ese motivo, critica que el ejército hebreo bombardee las casas de los civiles con el argumento de que debajo hay túneles de Hamás, pero reconoce que dicha red subterránea «es tan grande como dicen porque llevan 15 años construyéndola».
Palestinos buscan entre los escombros víctimas y supervivientes tras un ataque israelí.
Palestinos buscan entre los escombros víctimas y supervivientes tras un ataque israelí. EFE
Aunque Ahmed dice «no compartir muchas cosas de Hamás» y estar «en contra del ataque del 7 de octubre», matiza que «también hay que hablar de la ocupación de 75 años sobre Palestina, cuando Israel expulsó a un millón de personas y el mundo le dio la razón. Incluso cuando la Autoridad Nacional Palestino firmó los Acuerdos de Oslo (1993), no nos dieron más derechos».
Coincidiendo con la opinión mayoritaria en los países árabes y musulmanes, cree que «lo que ocurrió el 7 de octubre es una reacción normal a todo esto. Durante los últimos veinte años, nadie ha aceptado que los palestinos tengan derecho a un Estado y a una vida normal. El asunto ha quedado fuera de la discusión internacional. Al menos, el ataque ha devuelto el tema a la actualidad».
A pesar de los bombardeos y la invasión, Ahmed asegura que «Israel no puede destruir a Hamás porque no es sólo un puñado de gente que puedas matar, es una idea de libertad». A su juicio, «el problema es que Israel siempre actúa contra Palestina y por eso habrá más radicales. Pero no es un ciclo de odio, sino de no dar ningún derecho a los palestinos». Apelando a la comunidad internacional, clama que «esto solo se puede resolver si el mundo acepta un Estado palestino».
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