Roberto Herbosa fue uno de los primeros voluntarios con los que contó la asociación Goiztiri, creada en Barakaldo hace justo tres décadas, para servir de red de apoyo a las personas en riesgo de exclusión social. Actual presidente de la junta directiva de esta agrupación –que cuenta con varios centros, dos pensiones y cuatro pisos en la localidad, además de la gestión del albergue municipal– no duda en asegurar que en la segunda urbe vizcaína sigue habiendo «mucha pobreza y necesidad».

– Goiztiri cumple 30 años. ¿En qué contexto surgió?

– Por aquel entonces había varios grupos parroquiales que estaban haciendo voluntariado, coordinados por Jesús Castanedo. Uno de ellos, apoyando a lo que se llamaba ‘Proyecto Hombre’, con toxicómanos con sida, vio necesaria una intervención más seria, organizada y sistemática. En febrero de 1993 se registró la asociación para poder pedir subvenciones, porque se necesitaba gente profesional. Fue una época, hasta 1995, en la que se morían toxicómanos como moscas. El parque de Los Hermanos se vació. Era un problema muy grave y había que actuar mejor.

– Tres décadas después la necesidad ha cambiado, ahora se centran más en personas sin hogar.

– Tratamos de acompañarles, les preguntamos qué quieren hacer de su vida y les ayudamos a ello. Buscamos que se puedan reincorporar a la comunidad. Nuestro trabajo sigue siendo necesario sobre todo para las personas excluidas, para los inmigrantes, que es un problema gravísimo que nadie atiende, y para otro montón de personas, pero no podemos llegar a todos.

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– ¿Qué radiografía hace ahora mismo de Barakaldo?

– En el último recuento de personas sin hogar salieron 107. El servicio que tenemos en convenio con el Ayuntamiento, para atender a estos hombres y mujeres, está absolutamente desbordado. Tiene permiso de uso de hasta 35 personas, y tenemos que triplicar los turnos para que puedan desayunar o ducharse. Sabemos además que hay un grupo grande que vive en la calle, de marroquíes y argelinos de menos de 23 años, que ronda las 60 personas, además de otros hombres y mujeres que no tienen dónde ir. Sigue habiendo una necesidad enorme. Es gente que están directamente apartados, que la sociedad no los quiere, pero cuando contactas con ellos y les pones en unas condiciones distintas, son perfectamente integrables.

Dimensióm
«Atendemos a diario a unas 300 personas, en centros, colegios, pisos y residencias, y con lista de espera»
– ¿A cuánta gente suelen atender a diario?

– Por el centro de Santa Teresa se pasarán unos 70, y otros 35 por el del Botxo. Hay unas 32 personas en las residencias, seis en los pisos que tenemos para mujeres en tercer grado, 28 en el albergue municipal, que está siempre lleno; y unos 140 niños a los que atendemos en colegios. Unas 300 personas, y tenemos lista de espera, en los pisos y residencias.

– ¿Hay cada vez más pobreza y exclusión en Barakaldo?

– Hay muchísima, pero bueno, aquí y en toda España, y eso que desconocemos muchas cosas, los pisos patera que puedan existir, la gente que vive en habitaciones, el número de madres con hijos que se encuentran en situaciones de supervivencia bastante difíciles…

Sobrepasados
«El servicio que damos en Santa Teresa, de desayuno y aseo, está desbordado, tenemos que triplicar los turnos»
– ¿Con cuántos profesionales cuentan para atender toda esta demanda?

– Ahora mismo tenemos a unos 60. Hasta hace unos meses contábamos con educadores de calle, hasta que el Ayuntamiento decidió que no los tuviéramos.

– ¿Podrán volver a contar con ellos?

– Nos ha llegado un comentario que indica que sí, pero que no se sabe cuándo. Sin fecha. Al no tener presupuesto el Ayuntamiento, nosotros no tenemos esperanzas ya de cara al año que viene.

Albergue de mujeres
– Hasta el pasado 30 de junio también gestionaban el albergue que había de mujeres. ¿Se volverá a abrir?

– Parece ser que sí, pero solo en invierno, de finales de noviembre a finales de marzo. Es algo que atenta contra el sentido común. Las mujeres en la calle viven una experiencia radicalmente distinta a los hombres. No podemos responder igual ante los dos, y hacer que vayan ambos al albergue de Lasesarre. El de Rontegi durante muchos meses lo mantuvimos nosotros, no el Ayuntamiento, pero por distintas razones no vieron oportuno seguir con él.

– ¿Consideran que el Ayuntamiento y otras instituciones no se implican lo suficiente para ayudar a las personas sin recursos en Barakaldo?

– La administración sabe perfectamente que sin ellos no podemos hacer nada. Pueden mirar para otro lado, pero ya saben lo que hay y lo que tenemos aquí. Nosotros no nos cansamos de repetir que no llegamos a todo.