«No defiendo a Hamás, pero los palestinos tenemos derecho a defendernos»

Amani Rabah, palestina que no puede volver a Gaza, teme por su familia por los bombardeos israelíes y explica la visión árabe del conflicto

Diario Vasco, Pablo M. Díez Enviado especial. El Cairo, 25-10-2023

Amani Rabah es una palestina de 36 años que estudia con una beca su doctorado de Sociología en Marruecos. El viernes 6 de octubre voló a Egipto para visitar a su familia en Gaza. Su plan era tomar al día siguiente un autobús hasta el paso de Rafah y, al igual que en ocasiones anteriores, cruzarlo con su pasaporte palestino, ya que allí es más fácil porque es la única frontera de la Franja de Gaza no controlada por Israel. Cuando se despertó a la mañana siguiente, no podía creer lo que estaba ocurriendo.

«Tenía muchas llamadas perdidas y mensajes de familiares y amigos diciéndome que no fuera porque había estallado otra guerra y esta iba a ser mayor que las otras», cuenta en El Cairo, donde se ha quedado atrapada por el cierre de Rafah desde el sangriento ataque de Hamás el 7 de octubre. Ella no puede entrar en Gaza y su familia no puede salir.

«Viven en un estado de miedo y ansiedad. En cualquier momento, puedo enterarme de su martirio. Debido a la caída de las comunicaciones, busco sus nombres en los portales de noticias en internet y en las páginas de Facebook de los periodistas palestinos para descubrir si alguno ha muerto», explica angustiada Amani. «Desde entonces, han perecido tantos amigos y conocidos que no he podido ni contarlos. Además, mucha gente está bajo los escombros y no se sabe nada de ellos», se lamenta enseñando en el móvil fotos de los fallecidos y repitiendo uno tras otro «muerto, muerto, muerto…».

De vez en cuando, cuando vuelve la electricidad y lo permiten las líneas telefónicas, recibe algún mensaje de texto de sus parientes. Formada por su padre, su madre, cinco hermanos y cinco hermanas que a su vez tienen sus hijos, su familia vive en el centro de Gaza. Aunque en teoría es una zona fuera del norte, que el Ejército israelí ha ordenado desalojar por los bombardeos masivos antes de su invasión terrestre, la casa de uno de sus hermanos ha resultado dañada por un obús. No es la primera vez, pues el edificio de Amani quedó parcialmente destruido en la guerra de 2004 y ya tienen experiencia en estas lides. «Cuando empiezan a caer los proyectiles en un barrio, buscan refugio en las casas de otros familiares que estén en zonas más tranquilas», explica Amani, quien nació en un campo de refugiados en Gaza.

Su abuelo era un campesino que tenía un huerto de naranjos en Al Swafir, un pueblo que se vio obligado a abandonar durante la ‘Nakba’, como llaman los palestinos a la ‘catástrofe’ de su éxodo durante la primera guerra árabe-israelí que estalló tras la fundación del Estado de Israel en 1948. Expulsado unos treinta kilómetros, sacó adelante a su familia en los campos de refugiados que, con el paso de los años, dieron lugar a los bloques de pisos densamente poblados de Gaza.

«No hay un lugar seguro»
«Está pasando lo mismo otra vez. No hay un lugar seguro en Gaza porque todos los barrios están siendo bombardeados. Pero mi familia no se desplazará hacia el sur, como está exigiendo Israel, porque Palestina es nuestro país y no aceptaremos que nos echen al Sinaí, en Egipto», clama la mujer. «Si la guerra se detuviera cinco horas, yo iría enseguida a Gaza para estar con mi familia. Todos los palestinos haríamos lo mismo», asegura convencida.

Para ella, los culpables de este largo conflicto son Israel, que «ha ocupado nuestra tierra», y su actual primer ministro, Benjamín Netanyahu, quien «ha roto toda esperanza de alcanzar la solución de los dos Estados». Por ese motivo, manifiesta una opinión compartida por la mayoría de palestinos y musulmanes cuando se le pregunta por el salvaje ataque de Hamás que dejó 1.400 muertos y más de 200 secuestrados el 7 de octubre, que ha desatado la furia israelí sobre Gaza. «La violencia engendra violencia y la opresión engendra opresión. No estoy defendiendo a Hamás en absoluto ni adoptando su ideología, pero nuestro pueblo tiene derecho a defenderse porque la ocupación continúa. Nuestro pueblo aspiraba a ser un Estado con las fronteras de 1967, pero Israel destruyó ese sueño y está llevando a cabo un genocidio y una limpieza étnica contra los palestinos. ¿Qué resultado espera Israel cuando un niño ve a sus padres y hermanos asesinados? Así no se construye la paz», argumenta su postura.

Además de denunciar que «los medios israelíes son engañosos y desinforman y Netanyahu ha hecho declaraciones que se han demostrado falsas», critica lo que considera «doble moral» de Occidente. «Cuando nuestro pueblo se defiende para proteger nuestra tierra, son terroristas. Cuando lo hacen los ucranianos, son patriotas. Y los crímenes y asesinatos cometidos por la ocupación son considerados aceptables por el mundo y por aquellos que abogan por los derechos humanos y la democracia», señala Amani, obviando la atroz matanza de Hamás.

A pesar de la muerte de civiles desarmados, como ancianos, niños y jóvenes que asistían a un festival de música electrónica, asegura que «nuestra religión islámica prohíbe el asesinato de gente inocente». Pero insiste en que «los soldados de ocupación llevan armas que matan a inocentes y es nuestra obligación, como pueblo sometido, defendernos». En este sentido, recuerda que «en Cisjordania, donde no rige Hamás como en Gaza, han muerto ya un centenar de palestinos».

Por su apoyo a Israel, no confía ni en Estados Unidos ni en la Unión Europea para lograr la paz en Oriente Próximo, pero tampoco en Irán porque «tiene su propia agenda y es desestabilizadora». En cambio, deposita sus esperanzas en Egipto y Jordania y, sobre todo, en el pueblo palestino, «que se quedará en Gaza y Cisjordania y no será desplazado a otro lugar». Recordando el ejemplo de su abuelo, Amani promete que «cuando la guerra termine y Gaza sea reducida a cenizas, los palestinos volveremos a levantar tiendas de campaña entre los escombros y la reconstruiremos desde cero».

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