La esperanza de los demás
El País, 10-08-2006PEDRO ZEROLO
EL PAÍS – Opinión – 10-08-2006
Ya han pasado cuatro años desde la publicación de Ante el dolor de los demás. Susan Sontag señala en las páginas de ese libro que las imágenes que más nos conmueven, “por la intensidad de su intimidad”, son aquellas vinculadas al amor y a la muerte. Efectivamente, hay pocas cosas tan democráticas como esas dos, pero las hay. Por ejemplo, la esperanza. Por ejemplo, en los cayucos.
Cualquiera que observe detenidamente esas imágenes podrá concluir que si compleja es la gestión de las políticas migratorias, no lo son menos nuestros sentimientos respecto a las migraciones. Más aún en un país como el nuestro, en el que hasta el presente siglo han sido más los que salieron que los que entraron.
Aquí había esperanza al hacer las maletas; hoy nos movemos entre la compasión y el miedo cuando otros llegan sin ellas. Y el miedo siempre ha sido la herramienta favorita de los poderosos, de los que fueron triunfalistas en el Gobierno y hoy son derrotistas en la oposición. De quienes con sus estériles profecías ponen de manifiesto que no han interiorizado que siempre debe primar el interés de España sobre cualquier interés partidista. Así lo ha hecho desde el año 2000 Rodríguez Zapatero, cuando fue elegido secretario general del PSOE: lo primero que propuso al PP fue un Pacto de Estado sobre inmigración; a continuación ofreció toda su colaboración en la reforma de la Ley de Extranjería, que fue votada por el grupo socialista. Nadie podrá sostener que, en la oposición o en el Gobierno, actuamos de forma irresponsable. Y sin embargo son varias ya las organizaciones que han acusado a Ángel Acebes de estar promoviendo la xenofobia con sus declaraciones.
España ha asumido en el mundo una posición de liderazgo en la defensa de la paz, la promoción de la democracia y el crecimiento económico. Estoy convencido que podemos hacer lo mismo en el ámbito de las políticas migratorias, basta con analizar los seis indicadores fundamentales y establecer conclusiones.
Por primera vez, estas políticas han adquirido prácticamente el rango que merecen, el de políticas de Estado. Empezaron a serlo en otoño de 2004 con la elaboración del reglamento de desarrollo de la Ley de Extranjería, respaldado por las ONG, los sindicatos, los empresarios, y todas las formaciones políticas menos el PP. El mismo apoyo, y la misma desidia del Partido Popular, recibió el proceso de normalización llevado a cabo en 2005. Primera conclusión: España necesita que el PP deje de pelearse con la realidad.
Analicemos el segundo indicador: nuestras fronteras. Estos son los dos mensajes de Acebes: “las fronteras son un coladero” y “efecto llamada”. Estas son las cifras: la llegada de trabajadores a nuestro país sin condiciones legales presentó en 2005 las cifras más bajas desde 1999. Segunda conclusión: una mentira repetida mil veces sigue siendo una mentira.
Tercer indicador: las relaciones con los países emisores. España ha pasado de tener relaciones regulares con Latinoamérica, malas con Marruecos y nulas en el África subsahariana, a relaciones excelentes con los primeros, buenas con los segundos y de presencia con los terceros. El Plan África potenciará el control fronterizo y reforzará la repatriación inmediata. Tercera conclusión: si Zapatero hubiese gobernado hace unos años no habríamos visto la foto de las Azores; si Rajoy gobernase ahora África seguiría siendo el continente olvidado.
Cuarto indicador: Europa. Las personas que llegan a nuestro país no quieren venir a España, quieren trabajar en este continente. No estamos ante un problema únicamente español sino ante un verdadero reto para toda la UE. Pero para poder involucrar a Europa es necesario creer verdaderamente en ella. Desgraciadamente, el PP nunca se ha distinguido por su europeísmo. Afortunadamente, este Gobierno es profundamente europeísta, por eso ha podido impulsar el compromiso político y económico de todos nuestros socios. Cuarta conclusión: sólo quienes creen en Europa pueden liderar el diseño y la puesta en marcha de la futura política común europea de inmigración.
Quinto indicador: capacidad de reacción. Aquí ya nadie se va de cacería cuando hay problemas. El Gobierno está llevando a cabo un despliegue en el que están involucrados cinco ministerios (Trabajo, Exteriores y Cooperación, Presidencia, Interior y Defensa), movilizando los mejores recursos con los que cuenta nuestro país. Quinta conclusión: si hay algo que tranquiliza a la ciudadanía es que, en caso de crisis, no será el PP quien dirigirá el barco.
Sexto y fundamental indicador: la integración. Los problemas de integración surgen cuando se abandona lo público y se obliga a los ciudadanos con menos recursos a competir por miseria. Por eso es imprescindible reforzar la prestación de los servicios públicos poniendo énfasis en las zonas más sensibles. Sexta conclusión: el Gobierno del PP destinaba cero euros a integración social, ahora con el Plan Estratégico Ciudadanía e Integración se van a destinar 2.000 millones.
Dije al principio que al observar las migraciones basculamos entre la compasión y el miedo. La compasión supone caminar junto a quien sufre, pero sólo la solidaridad puede acabar con el sufrimiento. La guerra, las dictaduras y el hambre son las tres causas de los movimientos migratorios. También en estos tres aspectos fracasó el PP; ahora vamos por buen camino. Las comparaciones personales son odiosas pero las políticas son necesarias: Rajoy fracasó como máximo responsable de las políticas migratorias, enturbia el presente al alentar el racismo y, respecto al futuro, sólo ofrece estériles profecías. Zapatero fue un líder de la oposición responsable, y con esa misma responsabilidad y valentía hace hoy honor a la esperanza. Y por eso podemos mirar el futuro con confianza.
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