Chinas 'banana': amarillas por fuera, blancas por dentro

La directora bilbaína Arantxa Echevarría refleja en su nueva película el racismo y el choque generacional que sufren los chinos nacidos en España

Diario Vasco, Oskar Belategui San Sebastián, 27-09-2023

Cuando vivía en Lavapiés, Arantxa Echevarría (Bilbao, 1968) tenía horarios imposibles por su trabajo en rodajes de cine. Así que hacía la compra de noche en un bazar chino debajo de su casa. Allí intimó con la hija de los propietarios, una pequeña de la que acabó encariñándose. Un día, la madre, que apenas hablaba castellano, le dio a la realizadora un papel. Era la carta a los Reyes Magos de la niña, que les pedía una muñeca Monster High. Echevarría no logró convencer a la madre de que se la comprara, así que lo hizo ella y una noche dejó el paquete en la entrada a hurtadillas. Después pensó que quién era ella para inmiscuirse en la vida de esa familia. Nunca más volvió a la tienda.

Esa escena está en ‘Chinas’, tercer largometraje de la realizadora bilbaína, exhibido en el Festival de San Sebastián antes de su estreno en cines el 6 de octubre. Si en su ópera prima ‘Carmen y Lola’, Goya a la dirección novel, investigó en la comunidad gitana, esta vez lo ha hecho con la impenetrable población oriental que lleva entre nosotros desde hace décadas. El detalle de la madre china mirando al trasluz los billetes también es real. «Me decía que no es que no se fiara, es que podían haberme colado un billete falso».

Tráiler de ‘Chinas’.
Para Arantxa Echevarría debemos dejar de hablar de integración. «Ya es convivencia, si tendemos la mano ellos también la van a tender. España es multirracial, mis niños van al colegio con niños magrebíes, latinos, negros y chinos. Pero parece que los mayores no nos damos cuenta. En las películas españolas solo salen blancos, pero no es la realidad de la cola del supermercado».

‘Chinas’ entrecruza las vidas de dos niñas chinas, una nacida en España, hija de los propietarios de un bazar, y otra adoptada por una familia acomodada interpretada por Leonor Watling y Pablo Molinero, quienes desean que la pequeña no renuncie a sus raíces. También aparece una adolescente a la que insultan con el término (real) de ‘banana’: amarilla por fuera, blanca por dentro. «También les llaman ‘chinolas’. En Madrid hay como 50.000 chinos que han tenido hijos, que son españoles. Y eso es maravilloso».

La directora bilbaína Arantxa Echevarría en el Festival de San Sebastián.
Ampliar
La directora bilbaína Arantxa Echevarría en el Festival de San Sebastián. O. B.
Además del racismo, estos chavales sufren el choque generacional. No quieren seguir con el rígido credo paterno basado en el trabajo extenuante y la familia. «Hice un pase para la comunidad china y no hubo coloquio, porque una madre cogió el micrófono y un adolescente le contestó a gritos», apunta la directora. «Hay una escena de discusión en una cena y todo el cine acabó llorando. A los niños los envían a China para que aprendan chino y regresan a España con seis años. No conocen a sus padres, a los que solo han visto en videollamada. Los chavales quieren salir de fiesta, enamorarse…».

Infiltrada en ETA
Los adolescentes chinos se ven ayudando en el negocio familiar, cuidando de los hermanos pequeños y yendo al banco a negociar hipotecas porque los padres no han tenido tiempo de aprender español. «Dejan de ser niños muy pronto», lamenta Echevarría. Los padres nunca piden la jubilación en España, porque su sueño es regresar a China. «No encuentras chinos mayores, porque están todos en su país».

‘Chinas’ también alerta sobre los nuevos modos de iniciación a la sexualidad de los adolescentes, peligrosos juegos machistas que se graban con el móvil. «Las chicas lo ven como empoderamiento porque hacen correrse a los chicos. Y consienten que sus novios les controlen el móvil ‘por su seguridad’. Después están las letras de la música latina, que cosifica a la mujer… Y nosotros hablando de feminismo sin saber qué pasa con los adolescentes».

Una imagen de ‘Chinas’.
Ampliar
Una imagen de ‘Chinas’.
Arantxa Echevarría ya prepara su cuarto largometraje, ‘La infiltrada’, que rodará en febrero. La historia real de Aránzaru Berradre, la policía nacional que se infiltró en ETA con 20 años y cuya labor contribuyó a la desarticulación del comando Donosti. Carolina Yuste será su protagonista. «Una chica recién salida de la academia de Ávila, que se pasó ocho años infiltrada, el último conviviendo con dos etarras durante la tregua. Qué huevos», se admira la directora. A la autora de ‘Carmen y Lola’ le gustaría que la protagonista real, oculta desde hace años en el extranjero, leyera al menos el guion para que diera el beneplácito.

Todo el revuelo ocasionado por el documental de Jordi Évole con la entrevista a Josu Ternera le parece «absurdo». «He visto documentales donde hablan Hitler y Pinochet, y eso no es apología de nada», explica. «No he visto el de Ternera, no puedo opinar, pero la libertad de expresión ahí está. A veces, le quitas la careta al lobo mirándolo. En España necesitamos que las cosas sean blancas o negras, nos cuesta mucho la gama de grises. Me han dicho que no eran muy inteligentes sus respuestas, lo cual me da rabia. Has cometido una serie de asesinatos asquerosos sin nada por detrás. Eres idiota, lo que es más triste todavía para las víctimas, que deben de estar horrorizadas ante un diablo sin cerebro».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)