a visita de Ursula von der Leyen a Lampedusa, junto a la primera ministra italiana, apenas consigue aliviar la presión sobre Giorgia Meloni por la llegada a la isla de más de 10.000 inmigrantes en la última semana; casi el doble de la población del pequeño territorio. Un verdadero drama humano de desatención y hacinamiento que provoca además protestas entre habitantes locales que han dado muestras de su voluntad de acogida pero se declaran desbordados. La emergencia da cuenta del fracaso de Meloni en su promesa de reducir la inmigración ilegal. El anuncio de impulsar un inviable bloqueo naval en el Mediterráneo no solo no le devolverá la iniciativa, sino que la expone ante su socio en el Ejecutivo pero rival político Matteo Salvini, conjurado ayer con la también ultraderechista Marine Le Pen para «bloquear una invasión». La presidenta de la Comisión acierta al subrayar que la marea que llega del norte de África exige una respuesta europea. Pero sus propuestas carecen del apoyo de todos los Estados miembros y solo consiguen operaciones cosméticas frente a los traficantes en los países de origen. Será complicado que la cumbre de la UE en octubre produzca algún avance.