Las otras víctimas del terremoto de Marruecos: "Ya he perdido a tres primas y desde Catalunya no puedo hacer nada"

El Periodico, Elisenda Colell, 16-09-2023

El viernes 8 de agosto Omar Charah cayó rendido en la cama. Pero a las seis de la mañana le despertaron los llantos de su mujer frente al televisor. “Allí empezó el mal trago, el malestar que llevamos arrastrando hasta hoy”, relata el hombre. Charah es vecino de Bell – lloc d’Urgell (Pla d’Urgell) desde hace más de 30 años, cuando decidió emigrar de Marrakech (Marruecos). Su familia paterna vive en las aldeas del Atlas, el epicentro del seísmo que ya acabado con la vida de casi 3.000 personas. De momento ya ha perdido tres primas, tres sobrinos y un cuñado. Pero aún le quedan una decena de familiares para localizar debajo de los escombros. “Para mí es como si todo esto fuera un sueño, una pesadilla”, explica Charah.

Hace una semana, la vida de este hombre dio un vuelco. “Cuando mi mujer puso las noticias y empezamos a ver lo sucedido empezó el mal trago, el malestar”, recuerda. Un malestar que aún le dura, a juzgar por los suspiros que se escuchan al otro lado del teléfono. Sus tres hermanas viven en Marrakech, que fueron quienes primero le respondieron las llamadas. Ellas estaban bien. Pero los teléfonos de toda su familia paterna, vecinos del Atlas, no daban señal. “Fueron momentos de una angustia e impotencia terribles”.

Aquella misma tarde logró hablar con algunos. Estaban vivos. Pero el domingo llegaron las malas noticias. “Mis tres primas habían muerto: una de ellas con su marido y sus tres hijos pequeños”, relata. Viven en una pequeña aldea del Atlas llamada Taniwin, según deletrea Charah. “Viven en una casa de barro de una sola planta. Estaban durmiendo y se les cayó la casa encima”, cuenta. “Es una desgracia”, resume entre sollozos.

Pero lo peor, según cuenta Charah, es la falta de información. Le quedan más de una decena de familiares directos por localizar. “No sabemos nada, si están vivos o muertos”. Entre ellos cuenta niños pequeños, pero también ancianos. El miércoles supo que un grupo de familiares seguía con vida. “Di un bote de alegría, pensábamos que estaban todos muertos. Confío en que encontraran a más gente viva”. Reconoce que lo más difícil es vivir este sufrimiento a tantos kilómetros de distancia. “Si estás lejos aún es peor, no puedes compartir el dolor ni el duelo… sientes que no puedes hacer nada”. Como él, el Govern está en contacto con nueve afectados más en Catalunya, pero asumen que hay muchos más. “Estamos haciendo un mapa para saber dónde están y qué necesitan”, cuent la directora general de migraciones, Eunice Romero.

Con los que sí ha conseguido contactar tiene una cita diaria. “Cada noche hacemos una videollamada. Es el mejor momento del día porque les veo vivos. Sonríen, se abrazan, están juntos…”, sigue. Aunque sabe que la situación es crítica. Uno de ellos está en el hospital de Marrakech, tiene piernas y costillas rotas. El resto, malviven sin la ayuda humanitaria. “Duermen en el suelo en la calle, entre plásticos. No tienen para cocinar, las carreteras están cortadas, no les llega nada. Han estado días enteros sin comer, a la intemperie, no hay medios…”, lamenta. “Todos están más o menos heridos, con golpes o fracturas, pero pueden hablar y comer… y dicen que hace muy mal olor, con la descomposición de cadáveres, esto les puede provocar enfermedades”.

La última vez que Charah estuvo en esta aldea fue hace siete años. “Es un lugar inaccesible pero precioso. Para llegar tienes que dejar el coche y emprender un camino de dos horas en burro. No hay internet, y en algunos casos tampoco luz… cocinan con leña y con los animales al lado de casa. Es otro mundo”, recuerda. También extraña los rituales bereberes. Son recuerdos que cree que le va a costar volver a vivir. “Vamos a tardar años, ahora tocará reconstruirlo todo: las escuelas, las viviendas… espero que se haga rápido”.

Es por ello que, el mismo día de conocer la debacle no dudó en arrimar el hombro con campañas solidarias. “Mi obligación moral es intentar ayudar en todo lo que pueda. Ojalá pudiera ir hasta allí, pero no me lo puedo permitir”, dice. La asociación Integra Lleida, en la que Charah participa, empieza este viernes la recaudación de material para ayudar a las familias afectadas por el terremoto. Su hijo adolescente colaboró haciendo un directo en la plataforma Twitch. “Es una de las cosas más bonitas que me han pasado estos días. Quiero agradecer la solidaridad a todas las personas que se han preocupado por nosotros, que están ayudando y colaborando”, agradece.

De hecho, este marroquí afincado en las comarcas de Lleida lleva más de 30 años en Catalunya. Fue de los primeros en llegar. Salió para intentar terminar sus estudios en Francia y en Lleida ha tenido todos los empleos imaginables. Desde temporero en las campañas de la fruta hasta hostelero pasando por mediador social e intercultural. “Estoy acostumbrado al sufrimiento y a las desgracias pero cuando le toca a tu familia y no puedes hacer nada… es lo peor”.

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