Con Marruecos
La Vanguardia, 08-08-2006DESDE que José Luis Rodríguez Zapatero llegó al Gobierno de España, en el 2004, las relaciones de nuestro país con Marruecos han dado un giro muy notable con respecto a la política desplegada por los ejecutivos de José María Aznar. Desde el principio, el presidente socialista ha mostrado su voluntad de mantener con el reino alauí del norte de África unas relaciones que van más allá de la buena vecindad, con la creación de créditos de confianza entre los dos países, a pesar de contenciosos abiertos como el del futuro del Sahara.
Fruto de esta política ha sido la activación de proyectos políticos, económicos y culturales en común, que se han concretado entre otros, en la reducción del número de inmigrantes sin papeles que llegan al sur de la Península desde las costas del norte magrebí. Pero no sólo eso. La implicación, por ejemplo, en la lucha contra el terrorismo, con la creación de magistrados de enlace para coordinar los trabajos de investigación, así como la creciente presencia de empresas y de turistas españoles en Marruecos, son hitos de esta política.
La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, acompañada del ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se reunieron ayer en Rabat con el primer ministro marroquí, Dris Jetu, para ahondar en estos proyectos en común y que deberán cerrarse con motivo de la visita del presidente Zapatero al monarca Mohamed VI el próximo mes. Fruto de la reunión es que Rabat se ha comprometido a estudiar una propuesta de acuerdo sobre la readmisión de menores y de inmigrantes de terceros países, mientras que España analizará la integración de los sistemas de vigilancia y control de fronteras europea y marroquí. También se mostraron de acuerdo en la necesidad de buscar una solución “justa y consensuada” para el Sahara Occidental.
Son pasos en la buena dirección. Marruecos y España han atravesado momentos históricos críticos, hasta el punto de que las diferencias se han pretendido solventar mediante cruentas guerras. Todo cuanto se dirija a crear bases de entendimiento entre las dos orillas del Estrecho merece aplaudirse.
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