Eduardo Blasco, voluntario de Open Arms: «No me entra en la cabeza que Italia nos diga que abandonemos a su suerte a dos barcos»
La oenegé de salvamento de migrantes denuncia el bloqueo humanitario declarado por Meloni
La Voz de Galicia, , 29-08-2023Las autoridades italianas declararon este miércoles el bloqueo del barco humanitario Open Arms, perteneciente a la oenegé española del mismo nombre. La decisión se tomó después de que realizase varios rescates mientras se dirigía al puerto de Marina de Carrara, el que le había sido asignado, y desembarcase a las 195 personas auxiliadas en el Mediterráneo central. La nave se paralizó 20 días y la oenegé ha sido multada con 10.000 euros.
A bordo del barco se encuentra Eduardo Blasco, un canario de 28 años, nadador profesional y campeón del mundo de socorrismo. «Es una situación tremenda —dice en declaraciones telefónicas desde el barco a La Voz—, es una batalla absurda que lo único que hace es que siga muriendo gente». La misión comenzó el 8 de agosto, partió del puerto de Brindisi, en Apulia, al sur de Italia, y duró unos trece días.
En ese tiempo, se sucedieron tres operaciones. «La primera, con una embarcación que ya estaba en las últimas», apunta Blasco. Ocurrió al atardecer y, si hubiese anochecido, los habrían perdido. «Eran más de 20 personas y procedían de países como Nigeria o Libia», cuenta. En ese momento, las autoridades italianas les ofrecieron un puerto seguro: «En Carrara, al norte de Italia». Quedaban cuatro días hasta llegar al destino y, en la travesía, «aparecieron otras pateras».
Rescate del Open Arms. Rescate del Open Arms. VICTOR CABO
Diferente origen
El nadador explica que, como Lampedusa está sobrecargada, hay zonas sin vigilancia aunque el flujo migratorio continúe: «No había nadie más en la zona». Primero se toparon con una embarcación de madera «con 150 personas procedentes de Bangladés en su mayoría», precisa, y quiere destacar su lugar de origen, sus diferentes motivos para jugarse la vida o la cultura que tienen, porque dice que «homogeneizar el problema no hace más que agravarlo». Hubo un tercer barco, en este caso de Siria, que necesitaba auxilio.
Ahora, a bordo del barco bloqueado, no ve sentido a las exigencias de las autoridades italianas: «No me entra en la cabeza que nos digan que nos tendríamos que haber ido a puerto y abandonar a su suerte, a las dos embarcaciones». Los convenios internacionales y el derecho marítimo internacional «te obligan a proteger la vida de las personas por encima de cualquier otro asunto», destaca. Según el nadador, jurista de formación, al igual que sucedería en carretera, esta decisión podría considerarse un delito por omisión del socorro. «No nos pueden decir que no hemos hecho bien las cosas. Si nos encontramos una barca en el radar, o nos avisan de que hay una a la deriva, hay que ir. Nosotros, un mercante o cualquier marinero que tenga un barco a flote», precisa. De las 196 personas que rescataron, llegaron al puerto del norte de Italia 195, «ya que una se tuvo que evacuar en el de Lampedusa». El resto se encuentran bien. De todas las medallas, esta es probablemente su favorita. Es más, una vez que vuelva a España, Blasco quiere continuar con el mismo nivel deportivo en el agua y compaginarlo con la labor humanitaria.
Es una experiencia dura. «Al final, convives unos días con las personas rescatadas y acabas sabiendo su historia», dice. Una cambió su perspectiva: «Uno de los jóvenes me contó, en perfecto inglés, que había estudiado dos años de carrera y que quería ir a Bremen a continuar sus estudios. No solo les arrebatamos la posibilidad de vivir, ni siquiera les permitimos tener un futuro».
Los rescates
Agosto no es un mal mes para la navegación, «aunque la situación no deja de ser un momento de estrés real». El procedimiento de auxilio es el siguiente. El equipo de SAR se despliega de la nave nodriza de Open Arms en embarcaciones semirrígidas. «Son más veloces», explica. No hay dos rescates iguales, «si hay una embarazada, un bebé, una persona fallecida o en muy mal estado se sigue un protocolo diferente», cuenta. Y, aunque el mar esté tranquilo, apunta, «hay complicaciones, como que la embarcación sea muy alta o muy baja».
Muchas veces, es difícil concretar el tiempo que llevan a la deriva. «Muchas veces es hasta imposible de saber. A lo mejor no se acuerdan. Pueden estar tres, cuatro, cinco días y, cuanto más, peor», concluye.
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