El reto de la diversidad
La Voz de Galicia, , 07-08-2023omprender, aceptar, gestionar y disfrutar de la diversidad es progresar como sociedad. La historia de la humanidad está plagada de momentos que han superado este tipo de retos y nos han hecho mejores, más prósperos y libres.
El resultado de las elecciones demuestra que los españoles han dicho no a cuestionar o limitar los derechos de los «diferentes»: del colectivo LGTBI , de los inmigrantes, de determinadas expresiones culturales… Lo han entendido como un retroceso inaceptable en una sociedad moderna.
Pero, además, estas elecciones demuestran de nuevo la profunda diversidad política entre los territorios del estado español. Cataluña y Euskadi llevan votando distinto desde hace décadas. Lo que implica no solo una opción electoral diferente, sino también otra forma de entender las cosas, de sentir, de interpretar los «hechos»… En suma, un relato que no se corresponde con el de gran número de ciudadanos de otros territorios. Igual de legítimo, en todo caso.
Ya toca que esta tozuda realidad se asuma por todos los españoles: los catalanes, los madrileños, los vascos, los gallegos… Y que sobre el reconocimiento y la generosidad mutua, seamos capaces de gestionar esta evidente diversidad territorial.
Y disfrutarla como un patrimonio compartido. Somos muchos los que no renunciamos ni al pulpo, ni al pan con tomate ni al cocido madrileño ni a los pintxos de Donosti… Algunos incluso ni a los toros… Y muchos somos los que estamos encantados de disfrutar de un Estado, con varios idiomas «vivos» —que sentimos como propios—, con tantas y diversas manifestaciones culturales… España, uno de los mejores países del mundo, obligado a taponar las grietas históricas y a restañar las heridas, para avanzar unidos de forma armónica.
Volviendo a las elecciones y al reto de la diversidad territorial. Está claro que los resultados de las urnas abren una auténtica ventana de oportunidad estratégica: acabar del todo con el procés catalán, sin vencedores ni vencidos. Será la única forma de cerrar de verdad los procesos históricos. También los fallidos desde el primer momento, como es el caso. Por supuesto desde el respeto a la ley que todos compartimos.
Hay múltiples fórmulas para hacerlo sin violentarla, desde el dialogo y la generosidad entre ambas partes. Y la comprensión de todos, sin más duelos a garrotazos entre españoles.
Conseguirlo nos hará más fuertes y dentro de unos años, la historia lo reconocerá como un gran acierto.
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