LA ARMADA INVENCIBLE
Diario Vasco, 07-08-2006En vez de declararle la guerra al hambre, Europa se la ha declarado a los hambrientos. Mientras la ONU debate la manera de parar el fuego en Oriente Próximo, aquí, que tenemos el mar más cerca, lo que debatimos es el modo de ponerle barreras. Los planes contra la inmigración ilegal han ido a menos. En un principio se pensó en cinco patrulleras, cinco helicópteros y un avión para frenar la salida de cayucos con rumbo a Canarias, pero la aportación comunitaria ha encogido mucho: ha quedado reducida a dos barcos y un avión.
Los cayucos son la verdadera armada invencible. No es que sus tripulaciones estén dotadas de un gran espíritu bélico y quieran hacer la guerra: lo único que quieren hacer es la digestión. Por otra parte, no vienen armados hasta los dientes, sino deseosos de darles su cometido natural. ¿Quién frena a los estómagos mauritanos y senegaleses? Como ha dicho el gran Saramago, eso no se detiene aunque pongan alambradas en el mar. Unos 15.000 inmigrantes han llegado a las Islas Canarias, que en vez de Afortunadas hay que llamarles Desbordadas. Sus centros de acogida están a reventar. La Comunidad recibe a más del doble de su capacidad, que es mucha, casi tanta como su caudal de piedad y compasión. La única solución posible, que por supuesto no es inmediata, es quitarle las ganas de viajar, pero eso sólo es posible si antes no se les quita el hambre.
Los grandes problemas descubren a los pequeños gobernantes, que sólo tienen soluciones para los que no existen. Para resolver éste necesitamos Dios y ayuda, pero una ayuda menos cutre que la ofrecida por Europa. En estos momentos hay 15.000 africanos en cola para sacar su pasaje de cayuco, frente a las indiferentes olas de las playas de Nuadibú. Mientras embarcan, afilan sus cucharas.
(Puede haber caducado)