Unas 20.000 personas participaron ayer en el pueblo granadino de Bérchules en la celebración de la única Nochevieja que se celebra en pleno verano y con altas temperaturas, y en la que se reparten unas cinco toneladas de típicos productos navideños, entre ellos, uvas y mantecados. Este particular festejo, centrado en esta ocasión en la lucha contra el racismo se desarrolla en el corazón de la Alpujarra granadina y tiene su origen en el apagón eléctrico que sufrió esta localidad el 31 de diciembre de 1994, lo que impidió a los vecinos seguir por televisión las tradicionales doce campanadas.

La duodécima edición de este original sarao comenzó a las nueve de la mañana, como cada primer sábado del mes de agosto, con un recorrido de borricos por el pueblo que, junto a una banda de músicos, repartieron diferentes productos de navidad. En esta ocasión, como explicó el promotor de esta iniciativa, Miguel Toro, la cabalgata de los Reyes Magos no contará con Melchor ni Gaspar puesto que, en un intento de luchar contra la xenofobia y el racismo, tres Baltasares recorren las calles del pueblo repartiendo ilusión y caramelos entre los miles de visitantes.

El propio Toro justificó también en esta apuesta contra el racismo la presencia en los festejos de una banda de brasileñas, ataviadas con poca ropa, que, además de hacer más internacional la fiesta acompañan a los Reyes para animar con sus bailes a los lugareños.

En la celebración tampoco faltan los tradicionales villancicos navideños, eso sí, mezclados con los ritmos más animados que pueden escucharse actualmente en cualquier fiesta estival.