Violencia machista
La mujer asesinada en Logroño era una psicóloga siria que llegó con su familia en 2016 como refugiada
Los parientes más cercanos, que residen en Alemania, están ya de camino hacia España para hacerse cargo de los tres hijos
Diario Vasco, , 10-07-2023El 29 de junio de 2016, una pareja siria y sus tres hijos llegaban a La Rioja junto a otros cinco refugiados. Provenían de los campos de Líbano, adonde huyeron tras recibir cartas con amenazas en su pueblo, Rif Damasco. En Logroño esperaban encontrar una nueva vida. Ella, Salwa Z., psicóloga; él, S. A., ingeniero industrial y profesor universitario.
Cruz Roja se encargó de acogerlos durante seis meses hasta que, en vista de la buena adaptación y de los avances realizados, comenzaron a volar solos. De ellos, los responsables de la entidad señalaban su «voluntad y sus ganas de aprender». Dos personas cualificadas, entregadas a sus hijos, encontraban pronto los medios para vivir gracias al trabajo de él, mientras su esposa confiaba en convalidar sus estudios para también lanzarse al mercado laboral.
Ambos habían aprendido el castellano en un tiempo récord y sus hijos, desde pequeños, destacaban por sus aptitudes y perseverancia. Se escolarizaron en el colegio Madre de Dios, que ha sido su gran vínculo con el entorno, pero su presencia también era habitual en la Biblioteca Rafael Azcona, un lugar entre libros en el que tanto la madre como los pequeños se sentían muy cómodos.
Salwa Z., integrada y colaborativa con los vecinos de su barrio, participó en la iniciativa de Logroño Intercultural titulada ‘Biblioteca Humana’, «un desafío a los prejuicios», indicaba el proyecto, que tenía como objetivo dar a conocer a personas de culturas diferentes, desterrar estereotipos y luchar contra el racismo.
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La víctima presentó una narración titulada ‘La esperanza’, la historia del viaje de una refugiada hasta una vida nueva y mejor. Pero, lamentablemente, la esperanza se rompió el sábado a manos de su esposo en su domicilio de la plaza Martínez Flamarique, en el centro de Logroño. Entonces, su esposo presuntamente la asesinó y luego fue a buscar a sus tres hijos, a los que llevó al entorno del río Ebro, con intenciones, según testigos, de arrojarlos al río y hacer él lo mismo. El ahora detenido lo logró, mientras uno de los menores huía y ponía en alerta al entorno. Al rescatarle, el presunto asesino confesó lo que había sucedido en su casa.
Un agente de la Policía Local de Logroño, de servicio por una prueba deportiva en el entorno, fue el que detectó que este hombre se metía en el Ebro y el que avisó a la Policía Nacional. El agresor, que no tiene denuncias previas ni antecedentes, fue finalmente detenido por la Policía Nacional tras el aviso recibido en el 091: «Se llegó con toda la rapidez posible», aseguró este domingo el jefe superior de Policía, Manuel Laguna, instantes después de concluir el minuto de silencio convocado por la delegación del Gobierno en El Espolón en repulsa por el asesinato machista.
Todos los indicios apuntan a que se trata de un caso de «violencia de género», afirmó Laguna, aunque la investigación todavía está en un estado inicial a la espera de la toma de declaración de testigos del trágico suceso y del propio detenido, quien permanece en los calabozos desde el sábado. También esperan tomar declaración a los hijos de Salwa Z. (34 años), que se encuentran bajo la tutela de los Servicios Sociales de la comunidad autónoma. No obstante, según ha podido saber este diario, la familia más cercana, que vive en Alemania, ya está de camino hacia España para hacerse cargo de los menores.
No sabían nadar
El presunto asesino, según detalló Laguna, no ofreció resistencia en el momento de su detención porque, al parecer, se encontraba en ‘shock’. Antes, había intentado arrojarse al Ebro, aunque ni él ni sus tres hijos «sabían nadar». Sobre la causa de la muerte de Salwa Z., Laguna explicó que «los forenses determinarán exactamente la etiología de las lesiones para saber el cómo y el por qué de cada lesión». No obstante, el agresor «no dice nada» y «lo más probable es que no quiera declarar». Laguna precisó que por ahora no se puede determinar si el padre intentó o no arrojar a los menores, de edades comprendidas entre 7 y 11, al Ebro. «Estamos mirando cámaras, también de la biblioteca, porque presuntamente estaban ahí los chavales».
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