En paralelo al cambio climático, un cambio sociopolítico acecha de Este a Oeste y de Sur a Norte del Planeta, en forma de decadencia reaccionaria. El Occidente que aventó colonizaciones injustas del llamado tercer mundo, hoy utiliza la tempestad de los que emigran de él como herramienta de reaccionaria derechización. También lo hacen los países de origen para despojarse de un lastre costoso y alargar la sombra de sus dictaduras religiosas, desde Magreb a Indonesia. Estamos ante un problema no solo de mafias piratas, gobiernos corruptos y dictatoriales, fruto de colonizaciones ladronas nada civilizatorias, de los que la gente huye.

La maniobra es muy sutil, porque ha conseguido el rechazo de los trabajadores apenas especialistas, más aún del parado, que ve en el migrante al esquirol y al delincuente. Por ello, en Occidente crece el voto a los partidos racistas anti inmigración incluso en países con tradición democrática e izquierdista. Utilizar con astucia la emigración del tercer mundo ha derechizado al proletariado del primero, que ya vota democráticamente a los anti demócratas, feudales y vulgares portadores de aromas de decadencia.