Los cayucos siguen llegando a Canarias. La cifra de muertos crece sin medida mientras el operativo prometido por Europa continúa en veremos. Cuando se baten día tras día récords históricos en la triste estadística de la inmigración clandestina, Frontex continua en Varsovia esperando una llamada desde España. Mirando a distancia la tragedia mientras pasan las semanas y estamos cada vez más cerca de llegar a esa etapa del año en que el mar, en palabras del delegado José Segura, se convertirá en «una autopista» de un solo sentido: desde África hacia el Archipiélago.

Y continuará siendo la carretera de la muerte para muchos subsaharianos, una vía en la que se pueden perder todos los puntos de golpe si las patrulleras prometidas por la UE no acaban de llegar. La única forma de frenar la salida de cayucos y evitar más desgracias es que sean detectadas a pocas millas de la costa africana y devueltas a tierra. Esa era la misión que iba a cumplir el maravilloso operativo europeo que se pactó durante la crisis de mayo.

Ese era el objetivo pero….las cosas de palacio van despacio por mucho inmigrante que corra peligro. La vicepresidenta del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, ha presionado al máximo para que el papeleo no nublara el horizonte, pero la dura realidad ha ido echando por tierra todo su optimismo. «La próxima semana estará en marcha», es la frase que desde Madrid lleva repitiendo rueda de prensa tras rueda de prensa.
Pero el sueño de Frontex se está convirtiendo en una pesadilla para Fernández de la Vega, para José Segura y, sobre todo, para los inmigrantes que se montan en una barquilla jugándose la vida. España sigue estando sola en su lucha por frenar los cayucos y la UE sigue sin pisar el acelerador ante tantos obstáculos.

El comisario europeo Frattini anunció la semana pasada que esta vez sí, que ya estaba todo preparado y que el lunes pasado tendríamos el primer operativo de vigilancia de la UE funcionando en la costa canaria. Desde entonces, una media de dos cayucos arriba al día en el Archipiélago sin que Frontex haya dado señales de vida. Tampoco Madrid ha dicho esta boca es mía para explicar la situación. Son los responsables del operativo quienes, desde Varsovia, resaltan la cruda realidad: faltan permisos, faltan medios y no hay fecha de comienzo prevista.

No se si la vicepresidenta se despierta por la noche con sudor frío recordando su feliz idea de pedir ayuda al viejo continente. No se si el secretario de Estado Camacho se pasa horas en vela pidiendo a Senegal que autorice de una vez las patrullas. Desconozco si Prodi o Frattini se han ido de vacaciones. Lo único claro es que Frontex habla ahora de septiembre y que los inmigrantes siguen llegando y, más grave, muriendo.