Vidas baratas
Canarias 7, 04-08-2006Ya se sabe que muchos subsaharianos que intentan llegar a Canarias en sus frágiles cayucos perecen en el intento. También morían norteafricanos en sus ‘pateras’ cuando el principal tráfico se organizaba cerca del estrecho de Gibraltar. Pero pocas veces la noticia de alguna desgracia de esta índole tiene tanta contundencia como la que hoy aparece en estas páginas: 28 cadáveres de emigrantes subsaharianos han sido encontrados en la costa de El Aaiun, en el Sáhara Occidental…
Esta clase de informaciones, tan reiteradas, ha perdido interés. Nadie en Europa derramará una lágrima por esos infortunados que han quedado reducidos a un número, al elemento anónimo de una macabra estadística… Y también al referente oscuro de una gran injusticia, tan embarazosa que los ciudadanos de la opulencia preferimos dar por sobreentendida.
Estas evidencias corroboran lo que ya se sabía: la vida de un palestino vale política y mediáticamente mucho menos que la de un israelí; la de un africano, inmensamente menos que la de un europeo; la de un oriental, una mínima parte de la de un occidental… Este es nuestro delirante código de valores, base de nuestra deficiente organización democrática.
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