Del Director. Sobra la 'pachorra' institucional
«En los ministerios alguien se ha olvidado de tirar de las orejas a Bruselas»
Canarias 7, 04-08-2006No es broma. La inmigración irregular que llega a las Islas no es una cuestión menor que se puede aparcar sobre la mesa de un alto funcionario del Gobierno central para que duerma el sueño de los justos. Hay vidas en juego y hay, también, la imagen de un Archipiélago que va camino de convertirse en el puerto de referencia del Atlántico medio para el trasiego irregular de personas.
Ocurre a veces que cuando estas cosas se dicen así, en negro sobre blanco, surgen las voces que recuerdan que ante todo está la tragedia de esos seres humanos que en su búsqueda de la supervivencia arriesgan lo único que les queda: la vida. Es verdad. Lo que priman son las personas, su drama y la necesidad de ayudarles a corto, medio y largo plazo. Pero también está lo otro: esa Canarias que se pregunta cuánto tiempo ha de seguir asistiendo como espectadora pasiva, mientras quienes tienen los recursos, quienes arbitran las grandes políticas internacionales y quienes mueven los resortes asistenciales, caminan con extrema lentitud.
Uno ya no sabe qué pensar respecto a lo que sucede con la misión comunitaria de Frontex, esa que se nos dijo que mandaba casi una Armada a las costas de Senegal y Mauritania para hacer lo que ellos no pueden o no quieren – o las dos cosas – , esto es, vigilar su litoral y devolver a tierra los cayucos que se lanzan a esa arriesgada travesía. Sólo caben dos interpretaciones: o la Comisión Europea es la institución más lenta del planeta o en los ministerios españoles correspondientes alguien se ha olvidado de que cuando Bruselas no funciona, lo conveniente es el tirón de orejas.
Esperando, esperando y esperando, los cayucos siguen viniendo y ya hasta los bañistas se tienen que sumar a las labores asistenciales. Vale que Madrid nos envía más policías y más guardias civiles, pero si estos se pudiesen dedicar a patrullar las calles en lugar de estar en los puertos atendiendo a los irregulares, otro gallo nos cantaría.
Por suerte, el presidente Rodríguez Zapatero se encuentra por aquí de vacaciones. Ya se sabe que en ocasiones ojos que no ven, corazón que no siente. Seguro que él suyo se ablandará ahora al comprobar que los voluntarios de Cruz Roja están haciendo a pie de muelle una labor en la que podrían ayudar bastante esos funcionarios de Bruselas que, o bien se duermen, o bien miran hacia otro punto del planeta en lugar de hacia este rincón del sur de la Unión.
Está fantástico, en suma, que elogiemos a los bañistas que el domingo renunciaron a su día de asueto en Tenerife para atender a los inmigrantes que llegaban exhaustos. Ahora lo que toca es sacar de las playas donde descansan a esos cargos intermedios de la Administración española y de Bruselas que se toman con demasiada pachorra el fenómeno inmigratorio y sus efectos sobre Canarias.
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