Trofeos en la desesperación

Ofrecer premios a policías por cada migrante detenido cruza una línea intolerable ante un drama humano que requiere de un abordaje integral

Diario Vasco, Editorial DV, 08-06-2023

Muchos han dejado atrás familia, casa y amigos. Han decidido romper con todo y emigrar en busca de un futuro mejor que no siempre se encuentra en este ‘paraíso’ llamado Europa. La frontera del Bidasoa en Irun se ha convertido en los últimos años en un escenario cercano en el que, de golpe, los guipuzcoanos nos hemos topado con el drama de la inmigración a pocos kilómetros de nuestras casas. Las noticias de los fallecimientos de migrantes en una barca en el Mediterráneo dejan de ocurrir en lugares lejanos para suceder aquí, en el río que hace la muga con Francia y que ha sido escenario de muertes por ahogamientos de jóvenes que, sin saber nadar, intentan cruzar al otro lado, esquivando así los controles policiales.

La inmigración irregular requiere actuaciones de control, pero la actuación de los cuerpos de seguridad de ambos lados de la frontera para controlar el paso lleva tiempo bajo el foco. Desde que la muga del Bidasoa se convirtiera en una de las rutas principales en la migración, las asociaciones que trabajan en atender a estas personas y el propio Gobierno Vasco han denunciado los «controles raciales» llevados a cabo por las policías que controlan la frontera y las devoluciones en ‘caliente’ entre cuerpos de seguridad.

Pero en esta ocasión se ha ido un paso más allá. La orden de la Brigada Local de Extranjería de Irun destapada por este periódico cruza una línea intolerable. El documento en cuestión ofrecía días festivos a los policías para incentivar la detención de migrantes irregulares. Se ofrecían tres días libres si se producían una detención un fin de semana, cuatro días a partir de dos arrestos y cinco con diez o más. La Jefatura Superior de Policía Nacional del País Vasco procedió a anular la norma antes de que entrara en vigor y se ha abierto expediente al jefe de la Brigada de Extranjería de Irun.

La mera aprobación inicial de una orden que trata a los seres humanos como trofeos para incentivar el logro de días de vacaciones pone en evidencia la deshumanización que, en ocasiones, sufre el drama de la inmigración. Cada migrante que atraviesa Gipuzkoa es una persona que puede estar en una situación administrativa irregular, pero a la que no le resta ser objeto de derechos que, sobre todo, los cuerpos policiales tienen que respetar y velar para que se protejan. El fenómeno de la inmigración requiere de una regulación que sea escrupulosa con el respeto de los derechos humanos y un abordaje integral que implique a todas a las instituciones y a la propia sociedad.

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