Israel Fernández (Corral de Almaguer, Toledo) tiene la edad de Cristo, 33 años, y su estética barbuda y melenuda puede recordar tanto al Salvador como a Camarón de La Isla, el mítico cantaor gaditano renovador del flamenco de quien muchos pontifican que el toledano es su máximo discípulo, su mejor continuador. Lo cierto es que Israel, gitano como Camarón, es uno de los artistas flamencos que más interés despierta, posición lograda gracias a su cuarto álbum, ‘Amor’ (2020), nominado en 2021 a los premios Latin Grammy al Mejor Álbum de Música Flamenca (lo ganó Pepe de Lucía por ‘Un nuevo universo’) y elaborado mano a mano con su tocaor de cabecera, su amigo Diego del Morao.

Gracias a ‘Amor’ Israel, que parece muy tímido, dio un salto popular. Pasó de actuar para cuatro gatos en bares de Bilbao y de ver mundo como cantaor de atrás en las coreografías de Sara Baras, a encabezar festivales del género, por ejemplo el Flamenco On Fire de Pamplona, donde en 2022 dio uno de los mejores conciertos del año con su ‘Ópera flamenca’.

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Un campo de acción este del circuito flamenco que Israel quizá amplíe con su quinto álbum, el novedoso ‘Pura sangre’, editado por la multinacional Universal y promocionado con vídeos que rompen prejuicios, como ese rodado en el metro para la bulería ‘Despierta’. ‘Pura sangre’, un LP editado en vinilo de 29 minutos y 9 cortes, es un verídico retrato del pueblo gitano, un repertorio jondo en su espíritu y moderno en su sonido, pues lo coproducen el tocaor Diego del Morao, cuyo nombre no reluce ahora en la portada, y el electrónico Pional, quien aporta capas de barniz sintético (esas palmas pregrabadas y en loop) sin embarrar el terreno ni llegar al fárrago artificial de Bronquio con Rocío Márquez.

La cultura gitana
«Israel descubre su manera de sentir y relacionarse con su universo más cercano: la familia, la cultura gitana, el amor, la naturaleza, los valores humanos y su yo más profundo», apunta la nota promocional sobre un álbum en el que las letras las ha escrito el propio cantaor, inspirándose en sus vivencias y en su gente, como la llama él.

Israel abre por martinetes dolidos y sentidos (‘Pucheros y sartenes’), envuelve la soleá con producción indie y la canta volcándose sobre ella (‘Soleá de mi casa’), por tangos es pintoresco y hasta evoca la persecución de los suyos (‘Caminos y veréas’), se coloca frente al espejo del alma (por Levante ‘Me encuentro solo’, por rumba ‘Ni príncipe ni rey’, por serrana el recargado ‘Silencio’), y se torna trascendental por bulerías (‘Al tercer mundo’, que cuenta con un vídeo de alcance transversal sobre trabajadores del campo inmigrantes laborando bajo los mares de plástico de los invernaderos).

Como tantos gitanos, Israel Fernández, de ancestros andaluces mudados a Toledo, canta desde niño y a los once años, en el 2000, se presentó en público por primera vez, ¡por televisión!, quedando tercero en el concurso ‘Tu gran día’, de TVE. Y ya tiene cinco álbumes: ‘Naranjas sobre la nieve’ (Nuba, 2008), con importante soporte pianista y su voz más aguda y juvenil; ‘Con hilo de oro fino’ (Universal, 2014), en el que asienta su rajo jondo; ‘Universo Pastora’ (Universal, 2018), con cantes de Pastora Pavón, más conocida como La Niña de Los Peines; el citado y celebrado ‘Amor’ (Universal, 2020), con todas las letras firmadas por Israel y muy premiado a final de año por todo tipo de prensa, musical (¡pop-rock!) y generalista; más el reciente ‘Pura sangre’ (2023), un álbum conceptual sobre el pueblo gitano también con textos firmados por Israel.