Sentir los colores: negro

Diario Vasco, Alberto Moyano San Sebastián, 30-05-2023

Habrá más, pero en el mundo moderno existen al menos dos espacios en los que el ejercicio de los derechos quedan en suspenso: los aeropuertos y los campos de fútbol. En los primeros, las muchedumbres son sometidas vejaciones que incluyen el maltrato, retrasos, cancelaciones, overbooking, desaparición de equipajes y desatención al usuario. Allí no hay ningún responsable y sólo una autoridad: el panel de llegadas y salidas, que ejerce su mando a través de la seguridad privada y los mostradores inoperantes.

En los campos de fútbol las tornas cambian y son las muchedumbres las que ejercen su tiranía sobre todo lo que se mueve: jugadores, tanto del equipo rival como del propio, aficiones visitantes, directivos y, por supuesto, árbitros. Los aficionados se caracterizan por sentir mucho los colores y algunos, con su especial sensibilidad por el negro. Territorio de gestas deportivas algunas bajo sospecha de amaño, ahí se dan escenas impensables en otro contexto. Y con impunidad. Todo esto nos ha llevado a un debate nacional sobre cuánto racismo hay en la sociedad. Las respuestas oscilan entre «mucho», «bastante», «lo normal», «sólo es una minoría que no representa a nadie» y «lo mismo que en los países de nuestro entorno». Importa la respuesta, pero importa aún más con cuánta impunidad se manifiesta en espacios públicos. Y aún hay quien se extraña de que tantos casi todos futbolistas homosexuales oculten su condición.

Por decoro o por realismo, convendría que los individuos de una especie que comparte el 60% de sus genes con la mosca del vinagre reprimieran cualquier pulsión supremacista. Que ya hay que ser pobre hombre.

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