Vuelve a estar en el foco de la noticia algo que nunca debió dejar de estarlo: el comportamiento de los aficionados que acuden a los campos de fútbol, algo que para nada es nuevo. Sólo hay que ir a un campo cualquiera y escuchar las faltas de respeto e insultos hacia árbitros, entrenadores, jugadores y sus madres y padres. La gente da rienda suelta a su odio por los ‘errores’, que cual ave rapaz, visualiza sin dudar desde 100 metros de distancia sin precisar repeticiones, VAR, ni tonterías por el estilo. Para más INRI aparece Brasil en escena hablando de violencia racista como queriendo caldear el ambiente. Parece que la violencia homófoba no les preocupa tanto –es uno de los países con más muertes por homofobia–, así que antes de criticar, mejor mirarse en el espejo. Por supuesto que hay comportamientos racistas jornada tras jornada en el fútbol y hay que tomar medidas al respecto (suspender partidos, cerrar estadios, sancionar más…). Es vergonzoso que lo que se hizo con Vinicius, Williams, Eto’o y otros muchos quede impune, pero no olvidemos que además hay una falta de respeto a otros niveles porque muchos aficionados pierden el norte y se olvidan de que van a ver un partido de un deporte en el que uno de los eslóganes más relevantes es ‘respect’.