Cuarenta y cinco años de la masacre de Jonestown

Diario Vasco, Gerardo Elorriaga, 29-05-2023

El norteamericano Wiliam Marrion Branham (1909-1965) se anunciaba como un profeta que había llegado a la Tierra para anunciar la segunda venida de Cristo, que frecuentaba a los ángeles y sanaba a los enfermos. Sus discursos atraían a multitudes y ese éxito propició cierto culto a la personalidad. La asociación evangélica que creó está presente en todo el mundo, aunque actualmente carece de una cabeza dirigente. Considerado un precursor del movimiento carismático, entre sus émulos se hallan el keniano Paul Nthenge Mackenzie y también el estadounidense Jim Jones (1931-1978), el instigador de la matanza de Guyana hace cuarenta y cinco años.

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La megalomanía de Jones condujo en los años setenta a unas 900 personas desde San Francisco a la antigua colonia británica. Aquel predicador del socialismo apostólico y la hermandad interracial, se sentía acosado por los medios de comunicación de su país que denunciaban condiciones de explotación laboral y coacción dentro de la comunidad. Pero el predicador era un individuo complejo que se declaraba ateo y, sin embargo, llegó a revelarse como una divinidad que sanaba. Ante el acoso, decidió crear un paraíso resguardado por la espesura de la selva.

Las noticias de abusos y de retención forzada en el presunto Edén llevaron al congresista Leo Ryan hasta Jonestown, a la sede del Templo del Pueblo de los Discípulos de Cristo, su congregación. La puesta en escena que lo acogió revelaba a un vecindario feliz, pero cuando la comitiva se disponía a subir al helicóptero que los iba a llevar de vuelta, varios de los residentes manifestaron su intención de abandonar el lugar. Entonces, los guardaespaldas de Jones tirotearon al político y a tres periodistas que lo acompañaban.

Inmolación colectiva
El asesinato sólo preludiaba el desastre y el reverendo, un tirano con las facultades mentales deterioradas, decidió que el único desenlace digno era la inmolación colectiva, que calificó de ‘acto revolucionario’. El 18 de noviembre de 1978, reunidos en torno al kiosko central de la aldea, los fieles bebieron una mezcla letal de zumo de uva y cianuro.

Más de 900 personas murieron en un sacrificio colectivo liderado por el predicador Jim Jones en Guyana, en Sudamérica
Más de novecientas personas sucumbieron y muchos cadáveres aparecieron abrazados. Jones falleció de un disparo. Los escasos supervivientes, refugiados en la selva, aseguraron que todos fueron obligados a participar en la decisión final.

El drama de Jonestown ha sido durante muchos años la mayor masacre de estadounidenses hasta el trágico episodio de los atentados de las Torres Gemelas en 2001.

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